Por: Hernando Pacific Gnecco*
Obtener reconocimiento y respeto en cualquier profesión u oficio es un proceso complicado. Se requiere mucho esfuerzo, disciplina, constancia, fe en uno mismo, paciencia y muchos requisitos más para lograr resultados sobresalientes y visibilización; sobre todo, talento. No es cosa de soplar y hacer botella. La música no es la excepción.
Mike Smith murió arrastrando una fama de la que nadie quisiera gozar. Era un cazatalentos de la casa disquera Decca, (la directa competidora de EMI), cuyo techo albergó a Pavarotti, Bing Crosby, Elvis Presley, Louis Armstrong y Count Basie, entre muchos. Despuntaba 1962; el 1° de enero a las 11am, Brian Epstein le lleva a Smith cuatro muchachos con el estado físico y anímico estropeado para una audición de prueba; dos guitarras, una bajo y una batería conformaban la instrumentación. Terminada la prueba ante el producto Dick Rowe y Mike Smith, ese fue lapidario: “Los grupos de rock con guitarra ya no corren. Estos muchachos no tienen la menor posibilidad de triunfar”. Esos muchachos eran los Beatles. Ha sido quizás el mayor yerro de la historia de la música. Este episodio es conocido como “La audición Decca”.
¿Qué pudo haber pasado? Los rezagos etílicos de la celebración de fin de año, la posible jactancia del cuarteto de Liverpool para ese momento (se sentían seguros de su talento) o el recorrido en una furgoneta incómoda y el extravío del destino final para arribar a Londres después de las 10 pm el 31 de diciembre de 1961, con más de 10 horas de camino de un día gélido. “Justo a tiempo para ver a los borrachos saltar a la fuente de Trafalgar Square”, diría John Lennon; incluso, un estilo musical ajeno a la capital británica y la preferencia de Smith con The Tremeloes, banda que se presentó y fue contratada ese mismo día. La ecléctica presentación de los Beatles, cruda y sin mezclas, fue grabada por Epstein; en 2012 se remató por £35.000. The Beatles firman con EMI para sacar su primer disco. El “desquite” de Smith y Decca vino con la contratación de los Rolling Stones, por consejo de George Harrison.
Seleccionar músicos con posibilidad de éxito es también complicado. No solo el cuarteto de Liverpool fue rechazado de primerazo. Madonna, “la solista de mayores ventas musicales de todos los tiempos” según el Libro Guinness, fue invalidada por Jimmy Lerner. La famosa banda irlandesa U2 sufrió el desprecio de RSO Records; en una carta dirigida a Bono le manifiesta que no están interesados en ellos: “Les deseamos suerte en su futura carrera”; vale decir que los irlandeses han vendido más de 200 millones de copias. Linkin Park tuvo más de 50 audiciones antes de firmar con Warner Music, quienes además los habían rechazado anteriormente; solamente “Hybrid Theory”, su primer álbum, vendió más de 10 millones de copias. Por gordos rechazaron a Missy Elliot y Ed Sheeran.
La famosa Selene, “la artista latina más influyente y de mayores ventas de la década de 1990″ según la revista Billboard, y única artista femenina en haber tenido cinco álbumes al mismo tiempo clasificados en la lista Billboard 200, no la tuvo nada fácil en sus inicios. Su éxito “Amor prohibido” fue criticado por las disqueras, ya que se introducía en un género dominado por hombres, la música tejana.
A Elvis Presley, con 18 años, después de una presentación en Nashville se le recomendó que dejara la música. Rubén Blades, hizo muchos ruegos e intentos para lograr una oportunidad como cantante; en 1977, Ray Barreto, le dio la oportunidad, disparando también su carrera como compositor. Shakira, no fue aceptada en el coro de su colegio por su extraño vibrato; “canta como una cabra”, decía el profesor de música. Mucho trabajo y paciencia le tomó a Diomedes Díaz, para que le permitieran cantar las últimas canciones en las presentaciones en vivo del Debe López.
La cúspide está lejos, es pequeña, muy distante de la base y el camino, empinado y culebrero.
*Hernando Pacific Gnecco. hernando_pacific@hotmail.com – Médico Cirujano. Especializado en Anestesiología y Reanimación. Docente Universitario. Columnista
