Por: José Manuel Herrera Villa*

Lo agropecuario debería ser en nuestras ruralidades municipales uno de los factores económicos de primer orden, sin que ello signifique descuidar otras áreas productivas que suman también valor en importante proporción. Agricultores y ganaderos, en nuestro contexto vocacional agropecuario, han sido en nuestra Colombia rural quienes verdaderamente han sostenido a nuestros pueblos en tiempos de despoblamiento y migraciones. Han sido ellos alma, corazón, vida; y en parte, de ellos depende el futuro de nuestra ruralidad y porvenir, eslabón importante en la cadena de la supervivencia, por lo que se esperaría que cada vez haya más personas con ganas de luchar contra la despoblación.

De ahí que sobre la base de lo referido, las autoridades municipales todas implanten e implementen medidas para que lo cual bien y mejor pueda materializarse, lo que ayudará a un superior progreso municipal, importando que dichas medida traduzcan en su conjunto razones para quedarse, más hoy cuando la tecnología brinda oportunidades de estudio desde sus lugares de origen, lo que fortalece que se disminuya el despoblamiento del campo a la ciudad; y además, porque de manera óptima y soportado en las comunicaciones actuales, es dable adelantar “in situ” toda suerte de negocios y empresas.

Es pasar del pesimismo, el fatalismo y la resignación, que tanto daño han hecho, a la esperanza. Ponerse en la tarea de crecer, caminar tras la posible y probable ilusión, pelear por consolidar un superior y próspero terruño. Sustituir lo negativo, dar pasos fundamentales, vitales y decisivos en dichos propósitos. Ante el futuro, se impone combatir la despoblación, potenciarnos con nuestra gente, saltar de los planes a la realidad, alcanzar hechos y concretar. Terminar los tiempos de las palabras, los pareceres y las promesas. Pasar a la acción. Ponerse en marcha, tener altura de miras. Entender que obras son amores y no buenas razones. Aportar soluciones. Generar empleo. Fijar población. Enamorar a los que están. Atraer a quienes llegar quisieran.

Entender igualmente que la despoblación es un problema. Que las administraciones hagan caso de este fenómeno. Que hallan en este objetivo personas que apunten a revitalizar nuestros municipios para que estos no mueran, y antes por el contrario revivan, sobre todo por cuanto hay en ellos explotaciones rentables que se cierran por falta de personas que se ocupen de ellas. Esto es dable impulsarlo con menos declaraciones demagógicas y más concreciones a este tenor.

Es meternos de lleno en esto. Saber que no podemos vivir de espaldas a la realidad ni a los vecinos. Es articularnos y armonizarnos con ellos, hermanarnos, buscar resultados, cooperarnos, fomentar planes conjuntos, mejorar comunicaciones e infraestructuras; pasar, repito, de las declaraciones a los hechos. Y eso es competencia de los gobiernos y de todos sin excepción que podemos aportar así sea un grano de arena en ese nuevo constructo. Hay muchas y distintas realidades que es necesario priorizar, y en tal derrotero atender las más importantes y urgentes en la seguridad que de manera esencial y pronta creceremos juntos. De eso se trata. Arriba las almas y los corazones. Luchemos por nuestros municipios, en la certeza de hacer un más grande y fructífero país. Arriba las almas y los corazones. jomahevi@gmail.com *Profesional en Administración y Finanzas. Especializado en Auditoría Integral. Formulación y Evaluación de Proyectos de Desarrollo

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