Por: Lisbeth Paola Barraza Escorcia*
La autonomía económica de las mujeres se refiere a la capacidad que tenemos como tal de acceder y controlar recursos como los ingresos propios, activos, recursos productivos, financieros, tecnológicos y el tiempo. Considerar el trabajo remunerado y no remunerado y el impacto de su distribución desigual entre hombres y mujeres. Es empoderarnos y cuando hablamos de empoderamiento nos referimos a una mayor autonomía para las mujeres, a su reconocimiento y a la visibilidad de sus aportaciones.
Nuestro empoderamiento en lo económico y demás otros aspectos, implica que participemos plenamente en todos los sectores y a todos los niveles de la actividad económica para construir economías fuertes, establecer sociedades más estables y justas, alcanzar los objetivos de desarrollo, sostenibilidad y derechos humanos y mejorar la calidad de vida de las familias. Nuestro acceso a los recursos económicos y financieros y al control sobre ellos es decisivo para lograr la igualdad de género, el empoderamiento y para el crecimiento económico de nuestros territorios, en la certeza que, como sostiene la ONU, incrementar la proporción de los ingresos del hogar controlados por las mujeres, procedentes de lo que ganan ellas mismas o de transferencias de dinero, modifica los patrones de gasto en formas que benefician a sus hijos y comunidades enteras.
No debe ser más la participación económica de las mujeres baja, lo que es lamentable y a la vez voz de alarma. Tenemos que proponernos ser más competitivas, representar más, hacernos visibles en este campo, mostrar signos alentadores, decir presente y asegurar que con nuestra decidida inclusión en la economía ella cambiara para bien de los territorios donde nos constituyamos como fuerza con iniciativa empresarial.
Estamos llamadas a marcar hitos en la economía y en la industria. Generar transformaciones, desafiar y redefinir los estereotipos de género en áreas dominadas tradicionalmente por varones. Impactar. Hacernos multifacéticas. Ofrecernos oportunidades reales de desarrollo profesional en sectores que históricamente nos han sido vedados. Demostrar que somos capaces como l0os que más de proyectar, fomentar, impulsar y mantener grandes desarrollos con la misma destreza que los varones, amén de aportar nuevas perspectivas y enfoques diversos.
Saber que nuestra inclusión en la economía puede influir positivamente, que validos serán nuestros diversos esfuerzos para apuntalar de distintas maneras proyectos empresariales. Es ofrecernos nuevas oportunidades de crecimiento laboral y acceso a mejores remuneraciones, lo que es crucial en un país donde la brecha salarial de género sigue siendo una realidad. Las mujeres, decididas a ser parte activa de nuestra economía en los órdenes municipal, departamental, regional y nacional no solo mejoraremos la situación económica en lo personal, sino que también estaremos contribuyendo al bienestar de muchas familias y comunidades. .
*Lideresa Social. Tallerista. Conferencista. Columnista