lisbeth barraza escorcia

Por: Lisbeth Paola Barraza Escorcia*

Violencia política es el uso deliberado del poder y la fuerza para alcanzar objetivos políticos (Organización Mundial de la Salud (OMS), 2002). Como señala la Organización Mundial de la Salud (2002), la violencia política se caracteriza por actos físicos y psicológicos destinados a herir o intimidar a las poblaciones. Es un medio común usado por los pueblos y gobiernos de todo el mundo para lograr objetivos políticos, esto es, relacionados con los siguientes poderes; legislativo, ejecutivo y judicial de un Estado y consiste en el uso de la fuerza física o psicológica contra una persona o grupos de ellas, o en atentados contra sus pertenencias.

Referida la violencia política contra las mujeres, es toda acción, conducta u omisión realizada en el ámbito público o privado que, basada en elementos de género, cause daño o sufrimiento a una o varias mujeres o a sus familias, sin distinción de su afinidad política o ideológica, que tenga por objeto o resultado menoscabar, impedir, desestimular, dificultar o anular el reconocimiento, goce, ejercicio de sus derechos políticos, en el marco de los procesos electorales, de participación ciudadana y representación democrática y el ejercicio de la función pública.

La violencia política es necesario combatirla de forma institucional y demás otros niveles para erradicarla, instalando para lo cual toda una serie de instrumentos y mecanismos para hacerlo. Y nosotros, las mujeres, deberíamos entrar masivamente en la política para cambiarla, para emparejar el piso, para tener una visión más clara de cómo vivimos en espacios masculinizados, que han normalizado la discriminación contra las mujeres y de género.

Tenemos que acudir en ello a capacitaciones, absolver dudas, controvertir con argumentos, no aceptar que la violencia contra las mujeres y de género se vea como algo normalizado, que hasta se puede estar viviendo, y aun así no tener el lenguaje para saber que está pasando. Se hace violencia política contra las mujeres por toda razón. Quienes agreden siempre quieren normalizar sus agresiones. El problema no es que digan tal cosa, sino que se burlen, que se mofen, que se trate de controlarlas porque sí, que se les invisibilice, que les impongan criterios.

Este tipo de violencia política contra las mujeres en razón de género, implica una relación de dominación entre una hija y su padre, lo que hace es jugar con un estereotipo perverso: que las mujeres no tenemos autonomía propia y siempre haremos lo que los hombres nos digan, rancio argumento que se usó por mucho tiempo para negarle el voto a las mujeres y narrativa con la que justificaban negar los derechos políticos electorales diciendo que no podíamos decidir por nosotras mismas, sino que terminaríamos votando como nos dijeran esposos o padres.

Todo esto son ejemplos de cómo se normaliza la violencia política contra las mujeres por razón de género, y cómo aún hoy, tenemos que seguir examinando cómo vivimos las mujeres la violencia. Avante es la consigna. Intervengamos en política masivamente. Hagamos de ella una razón de ser en beneficio de nosotras y de todos. Empoderémonos, en la seguridad que más pronto que después materializaremos aspectos más que positivos.

*Lideresa Social. Tallerista. Conferencista. Columnista

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