Por: José Manuel Herrera Brito
Es y será por su magia en la ejecución del acordeón, como por su don de gente, bondad, nobleza, señorío y más otras virtudes que lo adornaban, Miguel Antonio López Gutiérrez, un referente glorioso de la música vallenata en particular y del Folclore Nacional en general. Quinto Rey de la Leyenda Vallenata. Miembro de una de las más destacadas, como tal vez más eximia dinastía de esta universalmente trascendida expresión musical y padre de una generación de cultores de estos aires que ya cuenta a su haber un Rey de Reyes en su hijo Álvaro, quien además se ha paseado con honores múltiples por todas sus categorías.
Razón tuvo Emiro Zuleta, cuando compusiera “Acordeón bendito”, extraordinaria melodía en ritmo de paseo, que el Maestro Miguel grabará con el conjunto de los Hermanos López, sus hermanos, agrupación a juicio de entendidos y en rigor musical el mejor que ha existido en toda la historia de esta música, acompañado de su hermano Pablo Agustín y con la voz de Freddy Peralta, cuya letra refleja en buena medida su excepcional hacer musical: “-Mírenme penando/ y no es por mujeres/ mírenme penando/ y no es por mujeres/ la culpa solo la tiene/ la acordeón que está sonando/ la culpa solo la tiene/ la acordeón que está sonando. Mírenlo tocar/ su acordeón/ eso sí es tocar/ con pasión/ Mírenlo tocar/ su acordeón/ eso sí es tocar/ con pasión/. -Acordeón bendito el que Migue toca/ acordeón bendito el que Migue toca/ ya yo me estoy embrujando/ con el vaivén de sus notas/ ya yo me estoy embrujando/ con el vaivén de sus notas. Mírenlo tocar/ su acordeón/ eso sí es tocar/ con pasión/ Mírenlo tocar/ su acordeón/ eso sí es tocar/ con pasión/. -Miguel López toca/ con suave dulzura/ Miguel López toca/ con suave dulzura/ y va poniendo en sus notas/ amor y ternura/ y va poniendo en sus notas/ amor y ternura. Mírenlo tocar/ su acordeón/ eso sí es tocar/ con pasión/ Mírenlo tocar/ su acordeón/ eso sí es tocar/ con pasión.
El Maestro Miguel López le entregó su vida a la música vallenata. Hombre tranquilo, pausado, quien con sus melodiosas notas hacía vibrar de emoción infinita las más sensibles fibras de quien lo escuchaba, y así será para las generaciones por venir, que gracias a la tecnología lo seguirán escuchando por centurias. Nada lo describe mejor que sus propias ejecuciones musicales que impecablemente en el escenario que fuera presentaba para deleite de todos sus escuchas.
Encontró el Maestro la música en su casa paterna, donde comenzó a desarrollar su amor por los aires vallenatos. Tenía una herencia familiar y muchos referentes para convertirse en músico, las tradiciones de su municipio, los visitantes en casa y los toques que se armaban en la casa en la que creció, lo abrazaron y ya no lo soltaron jamás para gloria de este folclore, que ayudó a que traspasara fronteras recorriendo el mundo dejando el nombre y la cultura del país muy en alto.
Definitivamente su extraordinaria magistral manera de tocar no aparece en los libros, sin duda completamente diferente a las instrucciones que de la manera de ejecutar el acordeón puede darse y eso es lo que lo hace un genial ejecutor, al combinar en su expresión memoria ancestral, herencia y una propia cosmovisión que no es fácil explicar, ni exponer, ya que presentaba sus sonidos al mundo produciendo siempre felicidad musical inenarrable por su original matriz que imprimía como nadie en el son, paseo, merengue y puya con sus matices únicos y armoniosas complejidades, esas que aparecen sumadas en un ejecutor de acordeón muy de cuando en cuando, dada su perfección, esencia, sensibilidad, inteligencia y creatividad al servicio de su amado arte, que es y seguirá siendo siempre fuente inmarcesible de inspiración.
Renovó con su demostrado talento y depurado estilo personal la música vallenata, a la que influenció más de lo que podríamos imaginar pudiéramos, además que supo conmover con su hacer musical afectivo a generaciones enteras. Se nos va el Maestro Miguel Antonio López Gutiérrez, con la victoria de ser un grande ceñida a su cuerpo y a su alma. Viaja a encontrarse con otros grandes de su música. Vino el viento, vino la noche, vino la madrugada y se lo llevó para encantar la aurora y demás momentos de la vida. Dolor, dolor, dolor sin duda nos causa su partida, quedándome decir, ante tan profundo sentir e irreparable pérdida que nos deja su ausencia un inmenso pesar, al folclore un inconmensurable vacío, y a su familia toda, la pérdida de un ser bueno por naturaleza que se brindó entero por los suyos. Paz en su tumba a quien el Dios Celestial tiene yaciendo en su regazo. saramara7@gmail.com