Por: Iván Bohórquez Zapata*
La competitividad de los países, es aserto universal, debe soportarse en pilares que deben actuar simultáneamente, como la institucionalidad, en nuestro caso municipalidades y departamentos sólidos, respaldados por un buen marco legal, con autoridades respetables, salud, educación, infraestructura y desarrollarse teniendo como centro de gravedad municipios, departamentos, ser ciudadanos activos y participantes para hacerlos mejores y superar nuestra calidad de vida. En este 2023 se elegirán nuevas autoridades municipales y departamentales, lo que debe llevarnos a reflexionar respecto de cómo se afrontará el desarrollo de esas unidades territoriales, imponiéndose pensar que debemos elegir a los mejores, a ver si por fin se pueden lograr los miles de objetivos postergados por decenios e impedir que seamos indiferentes, en lo que ayuda estudiar y analizar lo más conveniente para nuestros pueblos.
No podemos seguir soportándonos en argumentos baladíes, que a la postre arrojan el resultado lamentable en la gran mayoría de los casos que lleguen a las posiciones en contienda, personas sin preparación, sin ninguna visión de largo plazo de sus municipios, departamentos y nada aptos para desempeñar los cargos que se les encomiendan. Debemos ser conscientes y exigir como personas el fomento de criterios de evaluación para elegir convenientemente a nuestras autoridades. De lo contrario, nos condenaremos a vivir y soportar inequidades, lo cual no trae progreso.
Necesitamos con prioridad ordenamientos territoriales acordes para ser más competitivos, debatir y hacer que se aprueben propuestas ojalá en breve plazo, que sean herramientas beneficiosas de enorme repercusión social y económica. Ordenamientos territoriales que consulten nuestras realidades y necesidades nos traerá muchos beneficios, utilizaremos mejor nuestros recursos en armonía con el medio ambiente, el planeamiento ordenado, la integración de las vías de comunicación, la constitución de nuevos asentamientos como producto de estudios que elijan su mejor ubicación y no a través de invasiones que nos resultan costosas e inconvenientes.
Las zonas rurales no pueden ser descuidadas a pesar de la progresiva migración de sus pobladores hacia las zonas urbanas. El balance de lo urbano y rural está descuidado. La reglamentación sectorial que existe no compensa la ausencia de normas que fundamenten la legalidad de un ordenamiento territorial. No se puede desligar la gestión del país, de la actividad económica vinculada a un ordenamiento del territorio y a una mejor distribución de la población en función de la evaluación de recursos y necesidades; lo contrario es incrementar aún más los sobrecostos actuales de la ineficiencia y la desigualdad de oportunidades.
Construir mejores municipios y departamentos necesitan de una mejor directriz que los oriente hacia donde deben dirigirse sus esfuerzos para lograr establecer una visión correcta de desarrollo; ya que mientras las inversiones no sean priorizadas para articular las necesidades sociales con la realidad física del territorio y sus posibilidades, se seguirán desperdiciando recursos sin control ninguno. Construir mejores municipios y departamento es clave y los sucesivos gobiernos deben tener en cuenta tal circunstancia, a efecto que brinden realmente calidad de vida a la población, siendo conscientes que el problema a resolver no es solo generar un buen Plan de Desarrollo urbano o departamental, sino bajo qué visión han de generarse, de lo contrario, seguiremos teniendo planes atomizados y desarticulados entre sí, donde el deterioro de las condiciones rurales y urbanas nos empujen a más migraciones hacia espacios que a su vez no están preparadas para recibirnos, agravando las situaciones de ellos y las propias, lo que es algo que corresponde hacer con inmediatez, de lo contrario puede resultar tardío si se quiere recuperar el liderazgo. Requiere esto igualmente de un trabajo integrador de los gobiernos para identificar sinergias y plantear zonas de desarrollo común para no duplicar esfuerzos en la explotación de recursos; de ahí que quienes lleguen miren en verdad las consecuencias de la inacción.
No podemos olvidar que municipios y departamentos son laboratorios de innovación de políticas públicas y constantemente deben ir en la búsqueda y procura de nuevas soluciones para superar los desafíos que enfrentan en el día a día. Se trata de hacer más con menos. Tener la capacidad de convertir la acción local en estrategias nacionales y hasta internacionales. Replicar, debidamente ajustados a las propias realidades y necesidades, los casos de éxito en otras localidades con condiciones de desarrollo similar, en la certeza que la transferencia de conocimientos y el intercambio de experiencias exitosas son esenciales para que ciudades y departamentos avancen. Imaginemos lo que podrían conseguir nuestros pueblos si aplicáramos sistemáticamente buenas prácticas universales para todos los temas del desarrollo local. Otros serían nuestros progresos, crecimientos, bienestar y prosperidad.
*Iván Bohórquez Zapata. Administrador Público. Especializado en Gerencia de Proyectos de Desarrollo. @ivnBohorquez ibozap@yahoo.es