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Por: Red de Expertos de Red Verde*

La Conferencia de las Partes sobre Biodiversidad (COP-16) se celebrará en Cali del 21 de octubre al 1 de noviembre de 2024, y Colombia se prepara para asumir su papel como país anfitrión. Esta conferencia tiene una importancia especial porque será la primera COP del Convenio sobre la Diversidad Biológica que se realizará después de adoptar el Marco Global de Biodiversidad Kunming-Montreal en la COP-15, celebrada en diciembre de 2022. Este marco establece cuatro objetivos para 2050 y 23 metas para 2030, que buscan reducir las amenazas a la biodiversidad y asegurar un uso sostenible de los recursos, además de promover soluciones que faciliten su implementación e integración.

En esta COP se espera que estas metas se aterricen y que el país pueda conseguir plata para sacar adelante los proyectos medioambientales. Además, la COP-16 representa una oportunidad única para que Colombia, como país megabiodiverso, impulse su liderazgo en la conservación de la biodiversidad y para que se discutan estrategias efectivas a nivel global.

Las apuestas de la COP-16 y los resultados esperados.

“Hay muchas expectativas y no todas se cumplirán”.

Juan Camilo Cárdenas. Doctor en Economía Ambiental y de Recursos Naturales y director del Centro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible para América Latina y el Caribe de la Universidad de Los Andes.

Un tema fundamental de esta COP para Colombia y el mundo será la negociación de las 23 metas de Kunming-Montreal. Se espera que las delegaciones definan cómo medir, seguir y monitorear el cumplimiento de estas metas, que incluyen objetivos concretos. Cumplir con las metas no será fácil porque implicará sacrificar recursos, enfrentar costos de oportunidad y dejar de lado algunas acciones en favor de otras. Esto producirá tensiones porque hay intereses particulares que se opondrán a estos cambios y es la parte más difícil de la negociación.

Por eso es importante que Colombia como presidente de la COP, y la ministra Muhamad, puedan abordar estas tensiones que vienen de la economía política y las desigualdades de poder. Que sean capaces de formar alianzas y coaliciones entre países será clave para impulsar estas discusiones y los sacrificios necesarios para alcanzar las metas.

Entre las metas de Kunming-Montreal, la 18 es de las más importantes. Busca desmontar cerca de 500 mil millones de dólares anuales en subsidios perjudiciales para la protección de la naturaleza. Para poner esto en perspectiva y lo que implica: actualmente el mundo destina alrededor de 40 billones de dólares en pagos por servicios ambientales a comunidades, mientras que los subsidios perversos representan entre 10 y 11 veces esa cifra. Dinero que se usa para subsidiar la agricultura a gran escala, que depende en gran medida de fertilizantes, pesticidas y extracción de agua. Aunque se comprende la necesidad de producir alimentos para 8 mil millones de personas, esta práctica tiene graves consecuencias para la conservación del medio ambiente.

Si logramos redirigir esos fondos hacia iniciativas que beneficien al medio ambiente, con compromisos políticos sólidos en la COP, podríamos transformar subsidios mal dirigidos en apoyos positivos para la naturaleza. Puede ser un desafío para los intereses privados, pero también es una gran oportunidad.

La otra meta clave relacionada con esta es la 19. Esta última establece la necesidad de movilizar 200 billones de dólares para financiar actividades pro-naturaleza o soluciones basadas en la naturaleza.

Las metas uno, dos y tres, que se centran en aumentar las áreas de conservación, restauración ecológica y preservar la biodiversidad, también son importantes. Estas serán difíciles de abordar. Primero, porque declarar áreas protegidas no es suficiente, sin que involucre recursos financieros considerables y un equipo técnico capacitado. Los presupuestos de medio ambiente en nuestros países suelen ser limitados, lo que complica este proceso.

Segundo, no hay muchas áreas adicionales que declarar como protegidas, a menos que la conservación se realice en colaboración con las comunidades rurales, campesinas, afrodescendientes e indígenas. Intentar establecer áreas protegidas excluyendo a las comunidades locales no solo es problemático desde el punto de vista de la convivencia entre la comunidad y la naturaleza, sino que también es inviable porque muchas áreas ya están en uso y no quedan muchas por declarar.

Por otro lado, un tema álgido de negociación tiene que ver con la meta seis, que aborda el tema de las especies invasoras. Este es un asunto particularmente relevante en nuestro país, en especial por la discusión sobre los hipopótamos. Hay otras especies invasoras menos visibles que también requieren atención, como el pez basa, originario de Asia, o sapos y caracoles invasores que amenazan la biodiversidad del suelo y la vegetación. En este tema estamos atrasados en la implementación de medidas y en la comunicación sobre los efectos ecosistémicos que el control de estas especies puede tener.

Por último, hay una meta importante relacionada con el cambio climático: es cada vez más urgente que las conversaciones de la COP de Biodiversidad se alineen con las de la COP de Cambio Climático. De Cali deberían salir propuestas importantes que se lleven a Belém do Pará en la COP-30. La relación entre el cambio climático y la protección de la biodiversidad es cada vez más clara y, en Colombia, la conservación de la biodiversidad ofrece formas costo-efectivas de adaptación al cambio climático. Esta COP representa una oportunidad valiosa para establecer negociaciones que dediquen recursos a la protección de la biodiversidad como estrategia de adaptación climática.

Ahora, hay muchas expectativas en varios niveles sobre la COP, pero no todas se cumplirán. Si bien estas conferencias suelen centrarse en agendas globales, muchas voces locales se sentirán frustradas al no ser escuchadas lo suficiente. Con el enfoque propuesto por el gobierno, “COP de la gente”, se pretende incluir a comunidades locales, especialmente campesinas, indígenas y afrodescendientes, para que representen su papel en la biodiversidad. Esto generará más expectativas, y muchas ONG y organizaciones sociales llegarán esperando ser escuchadas a nivel global. Pero la organización con la separación entre la Zona Azul (negociaciones de países) y la Zona Verde (voces locales) limitará estas interacciones. Aunque algunas organizaciones puedan estar acreditadas en la Zona Azul, las necesidades específicas de comunidades en cuencas, costas, ríos o valles no se abordarán en las negociaciones globales, que se centrarán en las 23 metas de Kunming-Montreal.

“La prioridad del gobierno debe ser la justicia social”.

Esteban Rossi, PhD en Geografía de Clark University, magíster en Ciencias Ambientales de la Universidad de Yale y profesor de la Universidad Javeriana y la Universidad del Rosario.

La estrategia de biodiversidad del gobierno se lanzará en la COP. Aún no se conocen muchos detalles, pero se sabe que el Ministerio del Ambiente y otras agencias del Estado trabajan en un plan de acción de biodiversidad que busca: (i) la reconversión y restauración de sistemas productivos en cinco millones de hectáreas; (ii) fortalecer y articular estrategias de conservación para proteger el 34% del territorio nacional; y (iii) aumentar las inversiones públicas en negocios relacionados con la biodiversidad al 3% del PIB. Metas ambiciosas que a simple vista parecen alinearse con las discusiones internacionales de la Convención de Diversidad Biológica. Estaremos atentos a los detalles del plan y esperamos que los esfuerzos para obtener financiamiento internacional sean exitosos.

No hay que dejar de lado que el evento también se desarrolla en medio del discurso ambientalista del gobierno, que merece un análisis detallado. Hay que examinar críticamente los pronunciamientos generales que carecen de objetivos concretos. Frases como “transición socio-ecológica”, “nuestra política de diplomacia por la vida” o “hagamos la paz con la naturaleza” resultan confusas porque nadie en Colombia está en guerra con la naturaleza y casi todos los sectores apoyan la conservación y el manejo sostenible de los recursos.

Estos mensajes pueden desviar la atención de temas más cruciales. La prioridad del gobierno debe ser la justicia social, y la COP-16 puede servir como un foro para el diálogo entre diversas organizaciones sociales. Hay que recordar que Colombia es rica en recursos naturales, tierras agrícolas, bosques y biodiversidad. La escasez de recursos no es un problema absoluto; más bien, los desafíos ambientales surgen de fallas en la ejecución y mala administración de las finanzas públicas. Si nos centramos en la gestión ambiental, podremos abordar los problemas como los que estamos viviendo de abastecimiento de agua, asegurar la disponibilidad de energía y preservar ecosistemas estratégicos.

*Red de Expertos de Red Verde

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