SAÚL ALFONSO HERRERA HENRÍQUEZ

Por: Saúl Alfonso Herrera Henríquez*

Lo étnico entraña hoy más que nunca una fuerza importante en el discurso social y político, quienes lo utilizan con orgullo, mientras los pueblos originarios siguen en el olvido. Es caballo de batalla que usan de manera conveniente como referente para usar lo ancestral como medio de legitimación, a pesar de casi nunca impulsar medidas que beneficien a dichas poblaciones. De otra parte, encontramos en el camino supuestos intelectuales que dejan al descubierto el clasismo y las posturas racistas que tratan de ocultar, al recurrir a estereotipos, proclamarse y oficiar de árbitros respecto de quienes sí o no pertenecen a dichas comunidades, a quienes normalmente no les reconocen sus tradiciones de vida.

Tenemos que propugnar por respetar en su real dimensión la esencia de dichos núcleos poblacionales, su identidad y hacerlas notables dentro del discurso y hacer sociopolítico, que en la práctica registra muchas contradicciones y hasta se convierte en arma de doble incidencia, que la más de las veces emplean más para legitimar discursos y candidaturas que para atender genuinamente las necesidades y derechos de esas etnias, pero que es recurso demagógico que les sirven para ilustrar cómo manipulan estos conceptos, al tiempo que los utilizan selectivamente, lo que traduce que en medio de estas contradicciones y manipulaciones discursivas, la realidad de tales comunidades siga siendo ignorada y sus voces se diluyan en la peroración de la retórica política y se materialicen en la exclusión, lo que nos indica que seguimos inmersos en una sociedad clasista, racista y xenófoba que acompañan de abyectos procederes, como es desprestigiar a quienes tienes ese origen humilde o étnico.

Vivimos en un país que a la par que victimiza, se enorgullece respecto que racismo, discriminación de género y de grupos étnicos hacen parte del ADN de las burguesías nacionales. Es algo lo cual que campea en sus psiques como imaginario social que les ha servido para que se sigan lucrando socialmente y obteniendo espacios políticos, lo que trunca todo intento de regeneración nacional, lo mismo que evidencia la usan de manera pragmática para desviar la atención de los verdaderos problemas de que nos aquejan local, regional y nacionalmente, dejando de lado la necesaria reivindicación de desprotegidos y marginados.

Se utiliza en todos los frentes y fases del poder la discriminación y el racismo latente en la sociedad, acogiéndose a la máxima del divide y reinaras para sacar provecho de ello; vulgar estrategia para airar a la sociedad con la intención de generar un enemigo que sirva de articulador discursivo, lo que es negativa como perniciosa y perversa externalidad. Olvidan que esas banderas de discriminación, de clase y racial genera problemas, promueve divisiones, polarizaciones, amenaza las libertades y los derechos individuales, al tiempo de desviar la discusión pública en los problemas de fondo y la forma de solucionarlos, cuando lo requerido es un diálogo que regrese al debate público los derechos individuales, el fortalecimiento y la profundización de la democracia, nos devuelva gobiernos comprometidos y responsables que utilicen lo políticamente correcto para resolver nuestros verdaderos problemas.

Se trata de contener la siembra de discriminación, odio y racismo entre otros generales y particulares aspectos, lo que puede degenerar en un punto sin retorno de impredecibles consecuencias. Recuperemos el rumbo, so pena de que todo se salga de madre. Es lo debido.

*saulherrera.h@gmail.com – Abogado. Especializado en Gestión Pública. Derecho Administrativo y Contractual

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