JOSÉ MANUEL HERRERA BRITO

Por: José Manuel Herrera Brito*

La política, siempre la política, así sea muchas veces una actividad humana, como es calificada por muchos, es de suyo emocional y compleja, lo que es innegable, en la certeza que los múltiples problemas que se enfrentan desde su ejercicio son asaz difíciles, las soluciones aplicadas están contenidas de grandes dosis de incertidumbre; y, los deseos de los individuos, la más de las veces, lo que es también innegable, son contradictorios y antagónicos entre sí; aunque lamentablemente, la gente suele creer y buscar soluciones fáciles y sencillas a los problemas complejos y eso, no solo es incorrecto, sino de igual manera, peligroso.

Peligro que bien y mejor podemos constatar en la inflación galopante que es problema económico que amerita para su solución autonomía profesional y responsable, comprometimiento a fondo con la disciplina fiscal y la eficiencia del gasto público, una gobernanza económica tripartita que asegure la paz social entre patronos y obreros, seguridad jurídica para la inversión productiva y una estabilidad institucional que genere confianza, complicado todo lo cual como difícil de entender y con resultados solo evidentes del mediano al largo plazo. Son aspectos que no pueden tratarse con simpleza, ya que, de así hacerlo, más pronto que después veremos la escasez que no queremos ver.

Ella, la escasez, es un problema más que complejo que amerita restituir los incentivos económicos a la inversión, reconstruir cadenas de distribución y comercialización, reponer existencias, entre otras soluciones poco vistosas, poco épicas desde la visión de la calle, postura que, de auparse, dejará surgir nuevamente y con fuerza inusitada al demagogo que dirá voz en cuello que el problema son los acaparadores, los enemigos del pueblo, incentivando con ello que se busque al muerto río arriba.

Otro hecho perturbador en este derrotero es el populismo, por antonomasia, el intento de dar respuestas simples a problemas complejos, crear enemigos y divisiones donde no los hay para reducir todo a buenos contra malos, verdad contra mentira, justicia contra crimen y, con cada conflicto sin solución, hacerse con más poder. Opera la idea, gracias a ideologías utópicas como el comunismo, y hacer creer que el hombre nuevo y la sociedad perfecta están al alcance de la mano y es dable de alcanzar sin que importe el costo que haya que pagar, lo que es suicida… y ejemplos cunden por doquier.

Entendamos, hagamos el esfuerzo de comprender que la política es compleja y sus respuestas la mayoría de las veces son incompletas, inciertas y por demás nada satisfactorias, en la afirmación que no se puede tener todo ni en la praxis, ni en las ideas. Como ciudadanos, tenemos valoraciones y deseos distintos; y en la realidad, valores como libertad, orden, igualdad, justicia, seguridad, son contradictorios entre sí y no podemos confiar a ciegas, ni odiar a ultranza, somos humanos y tenemos una cuota parecida de virtudes y defectos.

La solución no es borrar de la faz de la tierra a quien no piensa como uno, lo que sería inhumano, sino apelar democráticamente a la negociación y compromisos compartidos, lo cual nos guiará al mundo de las soluciones complejas para los problemas complejos de la política, mucho mejor esto que el insufrible mundo de la simpleza que aparatosamente promueve y falsamente vende el fatal como nefasto populismo. saramara7@gmail.com

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