Ruben Darío Ceballos Mendoza

Por: Rubén Darío Ceballos Mendoza*

La pobreza, grave problema que tendrán que enfrentar con marcada decisión los gobiernos de hoy y de mañana, ya que la mayoría de los habitantes de nuestros territorios viven en situación de pobreza, pobreza extrema, pobrería e indigencia, serias circunstancias que ha obligado con triste y terrible realidad diásporas, emigraciones masivas, constreñidos al exilio por el hambre y la miseria, escándalo mayúsculo que con insistencia golpea bruscamente la conciencia de nuestra actual generación de compatriotas.

Impone lo expuesto, tener que hacer todos algo y más, trabajar con denuedo en tratar de acabar con los pleitos inútiles y buscar la manera de unirnos en una tarea de solidaridad y de búsqueda permanente de soluciones. Es hacer realidad los postulados consagrados en la normatividad, proteger a la familia como asociación natural de la sociedad y como el espacio fundamental para el desarrollo integral de las personas. Toda vez que las relaciones familiares se basan en la igualdad de derechos y deberes, la solidaridad, el esfuerzo común, la comprensión mutua y el respeto recíproco entre sus integrantes.

Razón por la que debe garantizarse estatalmente la protección a la madre, al padre o a quienes ejerzan la jefatura de la familia. Niños y jóvenes tienen derecho a vivir, ser criados y a desarrollarse en el seno de su familia original; familia a la que estamos todos en la obligación irrenunciable de defender a brazo partido contra disparates tales como la llamada “ideología de género”, es una labor de patria que nos conmina y compromete sin aplazamientos, en dirección a reconstruirnos, lo que implica fortalecer la institución familiar, defender a nuestros niños y también proveer para su educación y su salud.

Cuestión de dignidad es combatir la pobreza con trabajo decente y protección social; más, cuando la pobreza extrema se concentra en lugares donde es difícil erradicarla, las zonas menos desarrollados, afectadas por conflictos y las rurales remotas; además, es de tener en cuenta que sus impactos afectan en mayor grado a los más vulnerables y los niños tienen más del doble de probabilidades que los adultos de vivir en la pobreza extrema y representan más de la mitad de las personas que viven en ella. Erradicarla. Es reto que precisa de enfoques multifacéticos, ya que los países no pueden abordar adecuadamente pobreza e inequidad sin mejorar el bienestar de las personas, superior acceso a la salud, la educación y la infraestructura básica. El empoderamiento de las mujeres, las niñas y los jóvenes maximizará el impacto entre las comunidades y durante generaciones. Los encargados de formular políticas deben redoblar sus esfuerzos para hacer crecer las economías, protegiendo a las personas y familias más vulnerables, lo que incluye reforzar las inversiones en los sistemas de protección social.

Empleo fijo y trabajo estable son fuentes esenciales de ingresos que permiten ascender en la escala económica, acumular riqueza, e invertir en educación, salud y nutrición, medidas que ayudan a romper el ciclo de la pobreza intergeneracional. Sin embargo, la mayoría de las personas en edad laboral trabajan en la informalidad con baja productividad, mala remuneración e inseguridad. Lo que sugiere la bhecesidad de centrarse en la generación formal de empleos de buena calidad con sus beneficios en salud, planes de jubilación y cobertura de seguridad social, condiciones propicias que exigen esfuerzos concertados para lograr entornos más favorables, creando espacios para atender mejor las necesidades de los asociados.

*Jurista – rubenceballos56@gmail.com

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