Por: Rafael Robles Solano*
Los abrumadores hechos que enmarcan hoy por hoy los mayores titulares y las noticias de actualidad que a diario observamos a nivel nacional y mundial, me mueven de nuevo a exponer y reflexionar sobre el contenido de éste titular, ante los preocupantes eventos que conocemos, los cuales evidencian y desnudan claras conductas de la irresponsabilidad que rodea las acciones de quienes resultan implicados en comportamientos a todas luces repudiables y reprochables, lo cual revela la dolorosa pérdida de los principios y valores que distinguen el comportamiento humano del resto de los seres vivos, me refiero en particular a los animales.
Es notorio e inocultable ver como personas de todos los niveles, resultan cada vez más involucradas en denuncias por hechos, eventos y situaciones escandalosas, cuando no delictivas, que nos sorprenden y nos llenan de asombro, dadas sus supuestas calidades sociales, religiosas, económicas y políticas, denotando una carencia absoluta y pérdida de principios morales, valores éticos y de respeto por sus entornos personales, familiares y profesionales.
Lamentablemente nada escapa a este fenómeno de descomposición y corrupción generalizada, que trasciende los comportamientos de los valores éticos socialmente aceptados, para adentrarse y socavar también los principios morales del ser como individuo. Separo estos dos conceptos, porque por lo general, se suelen confundir. Sin embargo, es más difícil y complicado adentrarse en el juzgamiento del comportamiento del individuo como persona, cuando valoramos sus principios morales, dado que éstos, suelen ser subjetivos y aunque no los compartamos, ni nos identifiquemos con ellos, debemos reconocer y aceptar que hacen parte del libre desarrollo de su personalidad, lo cual no justifica, excusa, ni conlleva que tengamos que convivir con sus prácticas y estilos de vida, sin repudiar las mismas en la medida en que no trasciendan y afecten a quienes los rodean. Como ejemplo de esta clase de situaciones, podemos citar el lesbianismo o la homosexualidad, que corresponden a conductas personalísimas y respetables, siempre y cuando no impliquen prevalerse de la inocencia de un menor de edad, para inducirlo a sus inclinaciones sexuales.
Lo mismo acontece con los valores éticos socialmente aceptados, los cuales hoy son destrozados y arrastrados por el cáncer de la corrupción y la descomposición social, con cómplices en todas las esferas de la sociedad, de las que no escapan figuras públicas, gobernantes, políticos, dirigentes gremiales, financieros, industriales, artistas, etc., como otros no tan connotados, como docentes, religiosos, jefes y patrones de empresas, comerciantes, etc., quienes sin el menor recato, prevaliéndose de los apremios y necesidades de personas que en estado de vulnerabilidad, acuden a ellos por ejemplo, en búsqueda de un trabajo, al explotarlos laboralmente u obligándolos cuando son mujeres, a prostituirse por contraprestaciones sexuales en su mayoría, para acceder hasta a un humilde mercado. lideresocial@hotmail.com *Secretario Ejecutivo LIDERESOCIAL