Por: Blaicer Moreno Ledezma*
Cómo jóvenes debemos ser conscientes y entender que mañana, el precio de sostener una población en edad avanzada será cada vez mayor, debido a los costos en pensiones y jubilaciones, cuidados y salud frente a enfermedades crónicas y degenerativas, lo que significa que tendremos que ser muy productivos para sostener los costos de la población de adultos mayores en el futuro. Para que ello no se convierta en una carga, urgente, pero sobre todo importante, invertir en las capacidades de la juventud, a efecto que su productividad futura contribuya a mantener un sistema donde la pirámide de edades tienda a invertirse”. Invertir en juventud también es indispensable para romper la reproducción intergeneracional de la desigualdad y exclusión social, necesario lo cual por cuanto es uno de los pocos modos de avanzar en la agenda de la igualdad, en la comprensión que constituye ésta el sustrato ético por el que apostamos para nuestras sociedades futuras; y también, porque la inclusión social, en el tránsito entre generaciones y a lo largo del ciclo de vida, es indispensable para abatir altos costos que la exclusión multiplica en términos de violencia y criminalidad, fragmentación social y crisis de gobernabilidad en las sociedades.
En esto la juventud no puede esperar y requiere, como debe plantearse, espacios para desarrollar sus potencialidades, perspectivas para su movilidad social y ocupacional, así como mecanismos para fortalecer su participación y sentimiento de pertenencia. Los cambios políticos y la emergente sociedad en red permanente, llevan a nuevas formas de movilizarse y organizarse, nuevos soportes para la deliberación pública y tremendas posibilidades de enamorarnos de la política, de la administración, de la cosa pública, con renovada participación ciudadana y comunitaria. Definitivamente los jóvenes, más comprometidos hoy enhorabuena, queremos estar en el escenario público, en la movilización en redes y el mayor espacio de la política, de ahí que nos competa hacer gala cada vez más de un uso intensivo de los espacios y los recursos virtuales y presenciales disponibles, lo mismo que mayormente reflexivos en torno a los problemas centrales que marcarán el destino de todos.
Nos corresponde igualmente aportar conocimiento y procurar movilizar energías, hacer que se invierta en la juventud con una perspectiva de derechos y de igualdad de derechos que gran parte de nosotros ha visto sistemáticamente postergados en el municipio, el departamento y la región bajo la forma de falta de acceso a educación de calidad, de desprotección frente a riesgos propios de esta etapa del ciclo de vida, de discriminación y estigmatización. Hemos navegado en aguas donde los derechos apenas tocan a la infancia y la ciudadanía adulta, quedando la mayoría de las veces en tierra de nadie, poco oída, desatendida y con minúsculo espacio para su desarrollo.
Como juventud nos vemos cercados en paradojas tales como contar con más recursos educacionales y de comunicación que las generaciones precedentes, pero con menos acceso al empleo y al trabajo. Más acceso a información, pero menos a toma de decisiones. Más expectativas de autonomía, pero menos opciones para materializarla, Somos más aptos para liderar cambios estratégicos del mundo productivo y político, pero más estigmatizados por los discursos y posiciones dominantes. Por ello es que requerimos de un enfoque de derechos para enfrentar estas tensiones con racionalidad comunicativa, con sentido de justicia y con políticas que pongan en contexto los derechos postergados con las prestaciones que es necesario crear y fortalecer para la juventud.
Necesitamos herramientas e instrumentos para movilizar a los distintos estamentos del diseño de políticas y de la deliberación política en aras de mayor y mejor inversión en las jóvenes generaciones, debiendo proveer en consecuencia diagnósticos actualizados en materia demográfica y social, abordando esferas tales como migración, pobreza y empleo juvenil; y, una especial importancia a la dupla educación-empleo, que marcarán las opciones de la juventud a lo largo de todo el ciclo de vida y sus posibilidades de emancipación y autonomía.
Concierne obligar igualmente que se ocupen las instancias pertinentes de las dimensiones políticas e institucionales, vale decir, que sean evaluados los avances en materia de institucionalidad pública, de juventud y de participación juvenil en la política, que para que sea posible no basta solo el reconocimiento formal otorgado por los Estados a los derechos civiles, políticos, sociales y económicos, ya que tal reconocimiento es condición determinante para avanzar en la dirección deseada y correcta. PA la par de lo expuesto, también es indispensable garantizar un conjunto de condiciones para el desarrollo de las capacidades y oportunidades de la juventud, que se deben consignar en servicios sociales para la promoción juvenil, en programas de capacitación e intermediación en el empleo, en mecanismos adaptados para la atención a los problemas de salud propios de la juventud, en mecanismos de participación política que respondan precisamente a las nuevas formas en que el actor juvenil se organiza colectivamente para plantear sus demandas y las demás otras aplazadas de toda la sociedad.
Entre las deudas que se tienen con la juventud está el acceso a la educación, particularmente en los niveles más altos, donde se vuelve muy segmentado y estratificado en función de los ingresos, la etnicidad y el área de residencia. Por otra parte, los mercados laborales y las políticas estatales para su regulación no garantizan el derecho al trabajo decente. Los jóvenes estamos más expuestos al desempleo, muestran mayores dificultades para incorporarse al mercado de trabajo y están más desprotegidos en sus ocupaciones.
La juventud debe ser tema primordial en la agenda y ruta del desarrollo de los pueblos, los cuales deben reforzar la inversión en juventud y reconocernos como actores estratégicos del desarrollo, fortaleciendo su protagonismo en los procesos de toma de decisión e incrementando el diálogo intercultural entre las y los jóvenes, incluirnos explícitamente como un grupo de atención dentro de las políticas de combate a la pobreza y fortalecimiento del empleo, elaborando recomendaciones concretas respecto de su monitoreo, financiamiento y consolidación de su auto-validación, que es dotar a la juventud de los espacios y capacidades para que pueda ejercer su autonomía, desempeñarse en la ciudadanía activa, actualizar sus derechos y potencialidades, y comprometerse con el porvenir de la sociedad. Los jóvenes tenemos que construir nuestra identidad, hacer de ella la base para proyectos colectivos que deben estar en la política y enriquecer las visiones de porvenir de la sociedad toda.
*Blaicer Moreno Ledezma. Líder Juvenil. Dirigente Cívico. Empresario. Miembro de la Liga para el Desarrollo y la Rehabilitación Socio Cultural. morenoblaicer@gmail.com
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