Por: Rubén Darío Ceballos Mendoza*
Justicia se nos dice, entre otras muchas definiciones y conceptos, es en decir de Ulpiano, la constante y perpetua voluntad de darle a cada quien lo que le corresponde, misma que Aristóteles refiere como igualdad proporcional, es decir, dar a cada uno lo suyo. La justicia es la idea ética y filosófica de que las personas deben ser tratadas de manera imparcial, justa, adecuada y razonable por la ley y por los árbitros de la ley, que las leyes deben garantizar que ningún daño sufra a otro y que, cuando se alega daño, se toma una medida reparadora: tanto el acusador como el acusado reciben una consecuencia moralmente correcta que merecen sus acciones; y, es además, una estructura o sistema legal diseñado para juzgar en un sentido general a quién se le debe otorgar un beneficio o una carga cuando la ley se aplica a las circunstancias fácticas de una persona.
En sana lógica, valoración y esencial proceder, a juzgar por lo expuesto, el Poder Judicial debe ser la rama más independiente del influjo de las pasiones políticas; idea fundamental en el entendido que la lealtad del Poder Judicial, por decirlo así, es sólo con la Constitución, mientras que los poderes Legislativo y Ejecutivo, por su naturaleza misma, tienen que tomar en cuenta también a la voluntad popular expresada en las urnas; aunque el imperio de la Constitución y la Ley puede oponerse muchas veces a la voluntad de la mayoría, cuando esta tiene pretensiones tiránicas, algo que hemos visto una y mil veces en la historia humana.
El ámbito judicial debe estar apartado de las disputas y pasiones políticas, ya que de no ser así siempre se correrá el riesgo de politizar las acciones de jueces y magistrados. Cuando esto sucede, las Repúblicas como tales dejan de existir, lo que es grave sobremanera, puesto que las causas de orden político no tienen por qué ejercer inadmisibles presiones, ni tampoco por parte de ningún otro poder, ya que ello rompe con la idea de la independencia que debe existir en el Poder Judicial.
No es de recibo que desde otros poderes de promueva acciones y dichos, ni se opine sobre asuntos políticos mediante el uso de las redes sociales, lo cual debe ser abiertamente censurado por todos, ya que ello entraña una crítica al paradigma del Juez independiente de las pasiones políticas, lo que impone que hay que insistir en que lo más importante es asegurar la autonomía del Poder Judicial de las agitaciones exacerbadas de la plaza pública, por lo que debe entenderse y comprenderse que debe ser esa una de nuestras prioridades en tan delicada e importante asignatura. rubenceballos56@gmail.com
*Jurista