Por: Rubén Darío Ceballos Mendoza*
Partió al Oriente Eterno el Doctor José Ramón Navarro Mojica, buen como excelente señor y amigo, hermano institucional en la grandeza del Gran Arquitecto del Universo, a quien tuve la fortuna de bien conocer en lo personal y colaborarle como catedrático en la facultad de derecho de la Universidad Libre de Colombia, de la que fuera su Presidente, etapa en la que alcanzó está importante institución de educación superior una de sus más notables desarrollos en lo organizacional, administrativo, estructural y académico. Simbolizó la acacia, la inmortalidad, toda vez que su obra y espíritu permanecerá por y para siempre como un todo que nadie le podrá negar, como fue llegar a la Universidad Libre, misma que se encontraba en estado de abandono y convertirla en una Institución de reconocimiento y respeto, a la que modernizó todas y cada una de sus sedes seccionales, dejándola establecida integralmente para la posteridad, como en efecto ha sido.
Es la suya una perdida sensible para su Ciénaga natal, departamento del Magdalena, región Caribe y Colombia toda, en atención a lo mucho que les brindo como excelente profesional del derecho, catedrático insigne, Congresista, hombre de inmensa cultura y benefactor de juventudes, entre otras muchas calidades, cualidades, realizaciones y virtudes que le eran propias y merecedor lo hicieron de nutridas condecoraciones, homenajes, exaltaciones, reconocimientos y distinciones en los órdenes municipal, regional, nacional e internacional.
Doloroso este adverso suceso, motivo de profunda tristeza y pesar para toda la comunidad universitaria, política y social del país, así como para todas y cada una de las personas que conocieron a José Ramón, a quien alumnos y colegas lo supieron valorar por su capacidad académica, gerencial y su compromiso con el estamento universitario y la educación en general, que consideraba el principio mejor y mayormente fructífero en el camino de las soluciones superiores para la sociedad en su conjunto.
Definitivamente el fallecimiento de personas cercanas nos colma de dolor infinito y nos golpea fuertemente. Es un dolor que no tiene remedio. Sin embargo, a los creyentes nos alienta la esperanza que la muerte no es el fin de todo, sino un paso, doloroso al fin y al cabo, a través del que descubrimos el rostro magnánimo del Todopoderoso. Creemos que en ese encuentro eterno con el Dios Bondadoso serán enjugadas todas las lágrimas.
Oramos por la familia de José Ramón Navarro Mojica, y en estos momentos de pesar le brindamos desde esta tribuna nuestro más sentido pésame, condolencia, solidaridad y pedimos al Creador el consuelo y el aliento para sus seres queridos, aunque nos consuela que bien ganado tiene sin duda puesto de preeminencia en la bóveda celestial para su descanso inmortal a la diestra del Gran Maestro, dado su don de gente, bondad, nobleza, ser, hacer y quehacer cristiano en su paso terrenal. Gracias infinitas por tan importante legado grande amigo. Merecida paz eterna.
* rubenceballos56@gmail.com