Rafael Robles Solano

Por: Rafael Robles Solano.

En esta oportunidad estimo pertinente abordar el problema al que alude el presente titular, al que me referiré, tratando de ser lo más objetivo posible y dejando inicialmente de lado, las conflictivas relaciones entre estos dos pueblos a través de la historia, y sin desconocer sus marcadas diferencias religiosas, que, en la realidad, son la base de sus permanentes y actuales enfrentamientos, que, por su actual importancia, me permito resumir.

Para exponer mis apreciaciones, debo remontarme a fines del siglo XIX y al siglo XX, donde se propagó el odio contra los judíos, resultante de movimientos y publicaciones promovidas por grupos de extremistas fanáticos, como aconteció entre muchas otras causas, con los gestores intelectuales de los llamados “Los Protocolos de los Sabios de Sion,” un manifiesto antisemita, cuyo objetivo era justificar las persecuciones y expulsiones que sufrían los judíos en la Rusia zarista.

Actos que acogieron los nazis, encabezados por Adolfo Hitler. Estos, posibilitaron que persiguieran y causaran un enorme y terrible holocausto contra los judíos residentes en la Europa ocupada, con más de seis millones de muertos, sin incluir las víctimas que lograron sobrevivir en los campos de exterminio. Pero después de la Primera Guerra Mundial, cuando se creó la Sociedad de Naciones (hoy la ONU), con la caída del imperio Otomano, se le adjudicó a Gran Bretaña, el mandato sobre la región Palestina, ellos se comprometieron a facilitar la creación de un Hogar Nacional Judío en Palestina, lo cual significó la persecución y muerte de más de 55.000 de sus pobladores palestinos entre 1936 y 1939, por oponerse al reconocimiento de Israel.

Después de la Segunda Guerra Mundial, muchos de los sobrevivientes, que se hallaban refugiados y dispersos en muchos países, se unieron para regresar a lo que hoy es Israel, pero se encontraron, con qué nadie los quería recibir, y menos acoger, como magistralmente lo describe León Uris, en su obra El Éxodo (1958). Ante la oposición férrea y violenta de los palestinos y las dudas de los ingleses en realizar lo prometido. Estos a su vez, sufrieron una serie de atentados terroristas por cuenta de grupos sionistas radicales. Tales presiones forzaron a que se ventilara la situación ante la ONU, donde se expidió la Resolución 181 de noviembre 29 de 1947, aprobando la partición y división del territorio de Palestina, lo cual llevó a que los ingleses dividieran esa región en dos territorios, uno árabe y el otro judío, para cumplir y situar a los últimos, en sus ancestrales tierras en torno a Jerusalén, pero dejando esa capital, bajo control internacional. Partición que hicieron sin tener en cuenta y sin permitir a quienes habitaban esas tierras, los palestinos, tuvieran condiciones mínimas para la convivencia pacífica, dadas sus tradicionales diferencias culturales, obligándolos además a abandonar sus aldeas y pueblos, y los que se negaron, fueron perseguidos, asesinados, sus casas destrozadas y quemadas por grupos de terroristas sionistas, como Etzel, Leji y Palmaj, hasta que finalmente, el 14 de mayo de 1948, fue proclamada la fundación del Estado de Israel en la tierra de Palestina.

Esa adjudicación, impuesta arbitrariamente por los ingleses, desconociendo los factores históricos, religiosos y culturales que concurren y enfrentan a ambos pueblos, ha sido desde su creación, motivo de permanentes y constantes confrontaciones violentas y bélicas, donde se destacan las campañas de Sianí (1956); la Guerra de los Seis Días (1967); la Guerra del Yom Kipur (1973); con otras de paz, como los Acuerdos de Camp Davis (1978), que permitía un autogobierno palestino; las violentas revueltas o Intifada (1987); el reconocer autogobierno a la Franja de Gaza y Jericó (1994); por el terrorismo árabe fundamentalista contra Israel, se adelantan: la Operación Uvas de la Ira, contra el Hezbolá (1996); la Operación Muros de Defensa (2002); se despliegan operaciones militares contra terroristas palestinos en la Franja de Gaza (2006); hasta que en el 2007, Hamas, se apodera de la Franja de Gaza e Israel, la declara territorio hostil. Desde ese año hasta el reciente, violento, sangriento e injustificado ataque de este grupo terrorista en contra de poblaciones y civiles indefensos, hecho que ha desencadenado la virulenta y vindicativa reacción de Israel, que está dispuesta a arrasar y dejar en la Franja de Gaza, solo piedras sobre piedras. Asistimos preocupados a una eventual expansión del conflicto árabe-israelí, de insospechadas consecuencias, de concretarse las acciones de desalojo de civiles dispuestas por el Gobierno israelita para bombardear y arrasar la totalidad de edificaciones urbanas, donde se refugian los militantes extremistas de Hamas.

*Secretario Ejecutivo LIDERESOCIAL. lideresocial@hotmail.com

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Por editor

Un comentario en «ISRAEL VS PALESTINA, UNA CONVIVENCIA PELIGROSA»
  1. El análisis del conflicto aunque breve, porque el conflicto es bien extenso y profunda sus raíces, está bien realizado y el autor conoce bien la historia. Ahora, sería bueno «especular» como podría ser una solución ideal…así sea como un ejercicio de la imaginación, pero todas las buenas intenciones comenzaron con solo ideas y propuestas que luego se hicieron realidad. Muy bien por Don Rafael.

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