SAÚL ALFONSO HERRERA HENRÍQUEZ

Por: Saúl Alfonso Herrera Henríquez*.

Cercanas ya las justas electivas que llevarán al Congreso de la República a quienes se dice nos representan, importaría revisar aquello de las ventajas y desventajas del denominado voto útil, ya que es esencial tener claridad sobre su concepto, al ser un tipo de voto estratégico.

Normalmente, en una elección popular se espera que los electores voten por el partido o candidatura de su primera preferencia para los diversos escaños en disputa; sin embargo, cuando hay más de dos candidaturas, tal y como ocurre en los sistema multipartidista como el nuestro, es posible que un sufragante decida sacrificar el voto por su primera preferencia, para votar por una segunda que tenga mejores posibilidades de derrotar a quien, en su opinión, es la peor alternativa posible; lo que nos dice que el voto útil implica un cálculo estratégico en la medida que asume que el elector considera desde lo racional, las posibles consecuencias de su voto en el resultado final.

Cabe entonces de ¿Cuántas personas votan de este modo?, respuesta a todas luces difícil, debido a que casi siempre solo se pregunta por las primeras preferencias de los votantes; y por otra parte, el secreto y anonimato del voto impide saber cuáles fueron los motivos por los cuales una persona votó de una u otra forma; razón por lo que para unos puede ser un voto útil, para otros reflejar cambio de preferencia.

Desde lo aritmético, si lo que se busca es derrotar a la primera fuerza en cierto territorio bajo la regla de la mayoría, es indudable que la mejor forma de hacerlo es votar por quien o quienes representan la segunda fuerza; toda vez que votar por la tercera o cuarta fuerza, podría considerarse como un voto irrelevante o simplemente desperdiciado. Y, dado el caso que una tercera fuerza logre conseguir más votos que el margen de victoria entre el primero y segundo, también cabría preguntarse si esa candidatura o partido acabó ayudando de manera determinante al primero, razón de peso para que a las terceras fuerzas a muchas veces de les denomine daña fiestas. No traduce lo dicho que votar por la segunda fuerza sea porque sí una decisión más atractiva o satisfactoria que votar por la tercera, pues solo es más útil.

Normalmente a las primeras y terceras fuerzas les mortifican las coaliciones contrarias, lo que no implica estar de acuerdo. Problema frecuente de las dos primeras fuerzas es que pueden postular candidaturas poco atractivas y pedir un voto útil a favor o en contra; y problema de la tercera fuerza es que quizás puedan postular candidaturas más atractivas, pero de todos modos tendrán en contra la aritmética y bien sabemos que se gana es con votos consignados.

Las motivaciones para captar atención y votos son distintas; y, las campañas de quienes van punteando son más cínicas en su decir de ser siempre los mejores y los otros los peores; mientras que las campañas de las terceras fuerzas son más idealistas en su decir de se vale soñar, vota por nosotros. Nos permite concluir lo expuesto que lo que se traduzca en beneficio colectivo es lo que imponerse debe, lo que obligara siempre y sin duda alguna que es nuestro deber y más que ello nuestra obligación, votar con inteligencia.


*Saúl Alfonso Herrera Henríquez. Abogado. Especializado en Gestión Pública. Derecho Administrativo y Contractual. saulherrera.h@gmail.com

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