Por: Rafael Robles Solano*

Con ocasión a la invitación para asistir a un evento denominado: “DIALOGOS PARA LA NO CONTINUIDAD Y LA NO REPETICIÓN DEL CONFLICTO ARMADO”, propuesto por la llamada “COMISIÓN DE LA VERDAD,” se deduce y observa la enorme preocupación de aquellos sectores comprometidos en consolidar el frágil proceso de paz y los ACUERDOS de la HABANA, suscritos por el expresidente SANTOS, con la mayor parte de las FARC.

Sin embargo, es notorio ver como persisten y prevalecen los temores, rencores y odios de todos aquellos que de una u otra forma, terminaron involucrados o siendo parte de los actores o víctimas de la violencia y del conflicto armado que viene padeciendo Colombia a través de la historia de la última centuria.

Temen al proceso de paz, aquellos que intervinieron y participación de dichas disputas, sea financiando a los grupos armados creados para enfrentar a la subversión y quienes se beneficiaron directa o por interpuestas personas, de los desplazamientos selectivos de campesinos y poblaciones rurales enteras, al adquirir las tierras objetos de los desalojos masivos, a precios infames como acaba de reconocer Mancuso en sus últimas declaraciones; como de aquellos que sufrieron en carne propia, estos actos violentos en su condición de víctimas de los atropellos, vejámenes, masacres colectivas, etc., que  tuvieron que huir de sus predios, parcelas, fincas y demás propiedades, abandonando sus enseres, animales y cultivos para sobrevivir. Quienes ahora en su condición de desplazados en su gran mayoría, desconfían y se oponen a cualquier escenario de paz y reconciliación, hasta tanto, no sean compensados con verdad, justicia y reparación.

Para tales propósitos, se creó la JUSTICIA ESPECIAL DE PAZ, a través de la cual se busca y pretende acceder a los diferentes actores relacionados con el conflicto, para qué por medio de sus testimonios y declaraciones, se consolide y consiga esclarecer la comisión de todos estos condenables delitos.

El problema que se tiene para avanzar decididamente en el desarrollo de tales investigaciones y propósitos, proviene de las entrañas del mismo Gobierno, cuyas políticas en tal sentido, se atraviesan metafóricamente, poniendo palos a las ruedas para pararlas, pues están supeditadas a las directrices ordenadas desde las extremas derechas, que no se resignan a conciliar y menos apoyar irrestrictamente tales procesos, por cuanto más allá de los intereses partidistas, implica para la mayoría de sus militantes y simpatizantes, el tener que reconocer y asumir las responsabilidades de sus actuaciones o por el contrario, mediante el resultado de sus silencios cómplices, en el respaldo facilitado hacia quienes se erigieron como las cabezas visibles del paramilitarismo.

A las circunstancias y hechos reseñados, se suma de forma desalentadora, la enorme influencia política, financiera y de los medios de comunicación a sus servicios que dichos sectores poseen. La realidad en principio es abrumadora y contundente a favor de quienes cuestionan y critican nuestras posturas en pro de facilitar los escenarios de reconciliación concurrentes y que resulten de este complejo y difícil proceso de paz, porque lo cierto es que al no conseguir que al mismo, se vincularan todas las facciones guerrilleras, la deserción de un grupo relevante de las mismas Farc, los disidentes, los grupos de narcos, junto a los traficantes de las reservas mineras y aquellos malhechores que delinquen y se benefician de la continuidad del conflicto, todos estos contribuyen a desdibujar la ansiada paz que necesita y merece nuestra amada Colombia. Secretario Ejecutivo LIDERESOCIAL. lideresocial@hotmail.com.co

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