Ruben Darío Ceballos Mendoza - jurista

Por: Rubén Darío Ceballos Mendoza*

La situación que vivimos está para generar paz, toda vez que hay y vemos violencia, anuncios, amenazas y acciones salidas de cauce por todos los costados. Estamos asesinando la Patria, no le hacemos el bien que debiéramos. Se pugna solo por espacios de poder, lo que no tiene mérito analizar, ya que es bastante vivir con un país en desafuero, que repito, no le hace nada bien a la patria ni a la colombianidad. Obliga ello, válidamente y más que nunca, mirar, ver y observar con sumo cuidado lo que políticos, militares, civiles y la gente en general, hacemos o dejamos de hacer para poner, como fuera lo correcto, debajo de pequeñeces y mezquindades el interés superior de la humanidad que es el respeto a la vida, al honor y a los principios de libertad y democracia, esenciales para la buena marcha de la gente e institucionalidad.

La democracia se dice, es aspiración, ideal, manera de tomar decisiones entre los miembros de una comunidad y, a través de ella, regular la convivencia. Idea sencilla que no siempre es compartida por todos. Cada persona puede tener una idea de lo que es democracia, lo que se da porque es un concepto de múltiples significados y dimensiones: como ideal, forma de vida, régimen o sistema político y como un conjunto de valores. Sin embargo, esa multiplicidad de significados no disminuye la importancia de una serie de ideas que como ciudadano debemos tener cuando participamos en política o cuando queramos vivir en un sistema político al que le llamamos democracia.

Es entender cabalmente que democracia es el derecho que tenemos de pretender que la sociedad nos deje un espacio cierto dentro del cual movernos con libertad real para desarrollarnos física y espiritualmente, recibiendo en todo caso la protección, el estímulo y la ayuda de los demás, a efecto de disfrutar de los derechos humanos en su totalidad, lo que sin duda nos hará vivir con la dignidad que merecemos como personas.

He tenido claro que ni la vida ni la democracia nos visitan siempre de fiesta, puesto que, en muchas ocasiones, las más talvez, nos toca beber el amargo trago de la desilusión y miseria tanto en nosotros como en los demás, lo cual no debe ser motivo para deshacernos del respeto que le debemos al honor que nos señala la conquista de esos derechos, lo que debe llevarnos a comprender que hay una fidelidad que nos debe convocar por encima de toda dificultad, y es aquella que nos merecemos para no dejar de creer en lo digno: verdadera democracia y buen vivir.

Vivir en una democracia, es dicho cierto y debe quedar claro, supone pensar que cada uno de los miembros de una comunidad con derecho a serlo, sus ciudadanos, son quienes toman las decisiones, ejercen el poder y se benefician del resultado de esas decisiones. Significa que se reconoce la dignidad del ser humano, los derechos de las personas, se promueve el tomar decisiones respetando diferencias, pluralidad, diversidad, impulsando el respeto a la ley y a las libertades de cada uno. La democracia es, al mismo tiempo, ideal, régimen político y conjunto de valores, actitudes y creencias.

La democracia hay que ejercerla siempre con eficacia y conocimiento de sus problemas, con la misión de lograr acuerdos que satisfagan los intereses de todos, encontrar aliados, negociar con diferentes y defender con argumentos lo que contribuya al bienestar del país. Es analizar los argumentos contrarios y los afines, resolver, buscar alianzas y consensos, trabajar en equipo, hacer un verdadero aprendizaje de ella, aprender a vivir en democracia, acercarla a nuestras realidades más cotidianas y cercanas. Es formación política que dará excelentes resultados en el presente y el porvenir. Saber a dónde vamos y cómo podemos hacerlo, confiere identidad colectiva, además de la cultura y la historia que son los pilares raíces que arraigan nuestro suelo a la aventura conjunta de la humanidad.

*Rubén Darío Ceballos Mendoza. rubenceballos56@gmail.com – Jurista

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