Por: Blaicer Moreno Córdoba*
En concepto moderno, la responsabilidad de los gerentes sociales se fundamenta en que trata la gerencia social de los distintos procesos y prácticas que permiten asumir con compromiso y responsabilidad el desempeño de un sistema que promueve un desarrollo eficaz, eficiente, efectivo, equitativo y sostenible, perspectiva bajo la cual consiste su tarea en garantizar la creación de valor público por medio de su gestión, la que debe contribuir significativamente a la reducción de la desigualdad, de la pobreza, al robustecimiento de los estados democráticos; y, de la ciudadanía, siendo por tanto su naturaleza estratégica, focalizada en el logro de los resultados valiosos y gestionando estrategias para garantizar la creación de valor público. Es propone un marco que provea pautas para una gestión estratégica del desarrollo social: una gestión que divide sus esfuerzos en las actividades de gestión programática, gestión política y gestión organizacional, a partir de una interpretación del mandato organizacional y su correspondiente misión y visión, que conduce a una explicitación de la manera en que la organización propone generar valor público.
Los retos que enfrenta la gerencia en los ámbitos públicos, de conformidad con lo expuesto por reconocidos tratadistas nacionales e internacionales en la materia, son: El objetivo final de las organizaciones que promueven el desarrollo social en dichos espacios radica en crear valor público por medio de su gestión, el cual está en el corazón del modelo propuesto y es, a su vez, interpretado y delimitado en la misión y visión de la organización, sujeto al carácter y alcance del mandato organizacional y las dinámicas del entorno. Todos los involucrados en las tareas de gerencia social deben comprometerse con y enfocarse en el valor público que se propone generar. El papel estratégico de los gerentes radica en nutrir y retroalimentar este enfoque, aclarando para los diversos involucrados la manera que la organización está aportando a la generación de valor y los riesgos y desafíos que podrían comprometer ese logro. Facilita los procesos necesarios para evitar dichos riesgos y garantizar la efectiva creación de valor público.
Los recursos destinados a la creación de valor público, que son limitados o escasos frente a las necesidades o deseos públicos, son asignados por un proceso político que determina qué es prioritario: el modelo explicita el entorno económico y política como la realidad en que se ejercerá la gerencia social e introduce la responsabilidad de gestión política que, en parte, se dirige a los diálogos y deliberaciones relacionados con la asignación de recursos. El modelo suscita a los que ejercen la gerencia social para que dirija atención a estos diálogos y deliberaciones, asegurando que la determinación de lo que es valioso sea por parte de expresiones o representaciones del “público”. La figura triangular del modelo hace ver que una gerencia sin el ejercicio de gestión política faltaría un vértice: sería incompleta.
Los ciudadanos tienen la voz determinante sobre lo que genera valor público y lo que se debe priorizar. Estas elecciones son expresadas a través de los procesos de deliberación y representación política. Por ello, las organizaciones que proponen generar valor público responden a varios mandantes. El modelo debe entenderse con un enfoque participativo en la formación de políticas públicas, incorporando a todos los actores involucrados en el proceso. Para tal fin, el modelo se inserta explícitamente en un entorno que tiene que ser parte integral de las funciones gerenciales. Las gestiones programáticas y políticas son espacios privilegiados para el manejo y la promoción de la participación de involucrados claves.
amerlyng@gmail.com *Administrador de Empresas. Especializado en Proyectos de Desarrollo. Asesor y Consultor Político y Empresarial
TEMA ENLAZADO: GERENCIA SOCIAL INTEGRAL (I) — GERENCIA SOCIAL INTEGRAL (III)