Por: Rubén Darío Ceballos Mendoza*
Hay, y en ello existe consenso mundial, una grave crisis de ideas y propuestas válidas sobre cómo organizar la sociedad en sus varias aristas que tocan con lo económico, político y ético-cultural, en lo que necesario la disposición de un todo orientador orgánico bajo una la denominación real y verdaderamente social, en el entendido que es lo social lo perteneciente o relativo a la sociedad en su conjunto, Producción humana que se modifica a través del tiempo, Proceso y producto; por tanto, su naturaleza es histórica, propia de una cultura y una sociedad, siendo también la necesidad biológica de vivir en compañía, de estar con los otros. Conjunto de condicionamientos que orienta las relaciones sociales que se desarrollan en distintos niveles y en distintos ámbitos de la sociedad desde las situaciones de interacción hasta las organizaciones estatales, sin olvidar que se entiende por sociedad al conjunto de individuos que comparten una misma cultura que interactúan entre sí para conformar una comunidad.
No se trata de identificarnos con cerradas o dogmática formulaciones conceptual, sino auscultar un conjunto abierto, siempre en actualización, a disposición sensible a todos en dirección a la edificación de una sociedad genuinamente humanista, con aprendizajes y enseñanzas prácticas que respondan al ideal de vida societaria, como también a las exigencias humanas para la edificación de una sociedad al servicio integral del hombre formulada en forma de secuencia propositiva, con una gradación de razones y objetivos que posibiliten su aceptación, ejecución y expansión para todos, que coincidan en el denominador básico de constructores de una deseable convivencia humana, respeto a la vida y disfrute de una sociedad pacífica, libre y justa, como lo plantean los derechos humanos básicos.
Debe llevarnos todo lo cual, a un diálogo abierto y al compromiso de personas y grupos en perspectiva pluralista y no para ser monopolizado por un partido político, una organización social o un sector ciudadano determinados, lo que no excluye que se pueda asumir como una identificación programática explícita sin pretensiones de exclusividad por corrientes, grupos, asociaciones, movimientos, organizaciones o partidos políticos; sino adentrarnos, de la mano de elementos válidos, en una edificación siempre progresiva de constituir siempre una sociedad moderna, siempre nueva, con economía participativa, democracia plural, calidad espiritual, solidaridad, participación, subsidiaridad, derechos humanos como eje central societario y la opción privilegiada por los más necesitados.
Es renovarnos como sociedad. Ser todos instrumentos efectivos de renovación societaria como oferta válida y desafiante para su concreción en programas políticos renovadores e inspiración de iniciativas de la sociedad civil. Percibir acertadamente estos signos, retomar como obligación una formación correspondiente, estimular en diversos modos y formas iniciativas de aplicación, importando en consecuencia refundarnos socialmente, ofrecer un conjunto de principios, criterios y orientaciones para la acción y estar disponibles con miras a la conformación de modelos, planes y proyectos sociales que respondan a las exigencias de una república democrática de auténtico sentido humanista, pluralista, solidaria y participativa, en la cual el respeto y la promoción de los derechos humanos sea el eje central del tejido, integración y cohesión social. rubenceballos56@gmail.com
*Columnista. Jurista