JOSÉ MANUEL HERRERA BRITO

Por: José Manuel Herrera Brito*

Época propicia esta de la Navidad, para invitarnos a reflexionar a conciencia en ruta a reconstruir las relaciones humanas, la unidad y la paz, creer en ellas con optimismo de manera significativa, en la firme creencia que es ella una temporada de amor, alegría y esperanza, lo que debe ser el grande mensaje para que las divisiones políticas no afecten nuestras relaciones, en lo que es necesario consolidar el amor comunitario y propender porque nuestro hacer y quehacer político no sigan siendo escenarios de enojos ni polarizaciones, sino de unidad y plegaria por el bienestar de todos y nuestras familias, en la afirmación que debemos y tenemos que ser tierra de vida, desarrollo, progreso, crecimiento y prosperidad, por lo que cabe felicitar estas fiestas con regocijo, compartir su espíritu, dejar aflorar en estos días y ojalá para siempre nuestros mejores sentimientos para expresar a todos quienes nos rodean: amor, compañerismo, solidaridad.

Tiempo para fijarnos la tarea y sea consigna verdadera ser mejores personas, además de oportunidad para reflexionar respecto a nuestras vidas; y más importante aún, soñar respecto de nuestro porvenir.

Desde este espacio, invoco a que nos acerquemos a inmensos sueños, tener grandeza, hacernos verdaderamente grandes, erigirnos sobre nuestros propios yunques, unirnos monolíticamente para ser una tierra de sueños y de vida, ser una sociedad de oportunidades, donde todos tengamos la posibilidad feliz de realizarnos como personas y desarrollar en plenitud los talentos concedidos, en lo que importa reinventarnos de manera permanente y continua, recrearnos, ser cuna de equidad e igualdad de oportunidades, potenciar las fuerzas de la innovación, la digitalización y el emprendimiento.

Una tierra de vida como bien se dice, es la de una sociedad que se siente segura y atendida, por lo que debe contar con unos servicios públicos cercanos, de calidad, ser saludable y donde se abran espacios de integración para todos sin excepción. Una sociedad de valores donde reinen libertad, equidad, igualdad, cooperación, justicia, solidaridad y donde los valores esenciales como vida, familia, derechos humanos y protección del medio ambiente, sean siempre protegidos y respetados, lo que debe ser misión para todos y juntos como comunidad construirlos.

Propender por unidad, esperanza, afecto, recuperar los espacios perdidos, ir tras grandes como fundamentales acuerdos, reconstruirnos, ir tras buenos, mejores y superiores augurios, positivos cambios y transformaciones, salir adelante con las enseñas del trabajo, el compromiso, la responsabilidad y la dedicación, en la verdad que es tiempo ya que todos vivamos mejor, en armonía, articulados en la fe de ser una mejor ciudad, departamento, región y país. Es hacer que en nuestros corazones brote una nueva esperanza, misma que nos permita fortalecer proyectos, anhelos, y vivamos estas fiestas en perfecta con la mira puesta en la consolidación de un territorio pujante en dirección a alcanzar grandes metas y mejores destinos en un futuro mejor para todos y no ser más una ciudad que viva en la oscuridad sino en la luz, que es el hijo de Dios y príncipe de la paz y el derecho.

Más, por cuanto el mundo necesita más que nunca la luz de Jesucristo y este a su vez la de todos nosotros; por lo que también la invitación es a elevar, amar y servir a los demás como una forma de reflejar la luz del Salvador, reflejándola a quienes nos rodean, por lo que debemos dejar que brille nuestra luz, identificar a quienes en verdad las necesiten, lo que hará que nos convirtamos en un lugar mejor en la medida en que sigamos al creador de todo cuanto existe, existirá y ha existido siempre.

Es por lo que debemos llenarnos de ese influjo en la certeza que mejoraremos en todo sentido y circunstancia camino a hallar esperanza y gozo renovados al recordar la bendición de quien vino al mundo en esa primera noche de Navidad hace más de 2000 años, lo que obliga crecer en buena voluntad y bondad humana, hacernos pacificadores, disponernos a estar dispuestos a razonar con los demás en lugar de contender con ellos, a hacer amistad con los que se sienten excluidos, brindar alivio a los que están sufriendo, para así hacer de este, un mundo mejor.

La unidad es y será una de las formas mejores para superar cualquier dificultad o incertidumbre por graves que las mismas sean, por lo que debemos ser prudentes, seguir siendo responsables, trabajar para solucionar todos y cada uno de los problemas con los que nos levantamos cada día, con esfuerzo y trabajo para contribuir a que, juntos, superemos todo en la confianza que se cumplan nuestras ilusiones y se hagan realidad los sueños. Es reencontrarnos y salir avante.

Es tiempo de fe y de confianza. No de oscuridad. Sí de luz y esperanza. Tiempo para que se abran puertas y compuertas, para que celebremos y reivindiquemos a los más desatendidos y necesitados. Para que compartamos, cantemos y abramos las manos con generosidad. Recordemos que la Navidad es la fiesta del amor gratuito.

Deseémonos las más grandes de las felicidades. Tengamos unas fiestas especiales, diferentes, estupendas, saquemos lo bueno de todo. Volvamos al sentido de las buenas y mejores fiestas de Navidad y Año Nuevo. Valoremos poder reunirnos con nuestras familias, amigos, vecinos, conocidos y pensemos en los que necesitan ayuda para prestárselas en la medida de nuestras posibilidades.

Recordemos que no hay mejor manera de celebrar el nacimiento de Jesucristo y el año nuevo que elevar, amar y servir a los demás, razón para dar infinitas gracias a Dios, llenarnos de buena voluntad hacia todas las personas y tratar de emular su vida de amorosa bondad. ¡Feliz Navidad, próspero y venturoso año por venir!

*saramara7@gmail.com

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