Ruben Darío Ceballos Mendoza - jurista

Por: Rubén Darío Ceballos Mendoza*

No es para nada raro encontrarse en estos tiempos con promesas de ayudas que terminan en frustración para los asociados, todo por cuanto las administraciones gubernamentales no cumplen con los plazos como tampoco con la ejecución de sus programas de gobierno, que casi nunca se corresponden en su gestión con la importancia y urgencia de las necesidades. Vemos solo entre nuestros coterráneos, amén de la serie de aúlicos que no faltan (normalmente “enmermelados”), afectados por doquier que se quejan que los ríos de leche y miel anunciados no llegan, ni siquiera asomaron a pesar de las vicisitudes acusadas, qué de seguir así (se escuchan voces), no están ya más en situación de tener paciencia.

Durante estas últimas administraciones, departamental y distritales, han ocurrido situaciones de no creer, nada ha mejorado como se ofreció, apenas paños de agua tibia, nada de fundamento, solo peroraciones insustanciales, sainetes, montajes, teatralizaciones baratas, dramatizaciones absurdas, de fondo nada, definitivamente le quedo grande a los naranjas gobernar. No estaban preparados para ello dicen los más, incluso en privado muchos de sus propios adeptos.

Nada se garantiza. Eficacia y eficiencia ceros. Iniciativas, ninguna que haya valido la pena o sea digna de elogio, porque sus fines no han sido dinamizar y mucho menos potenciar la capital ni el departamento. Las consecuencias de la triple emergencia sanitaria, económica y social están más agravadas que siempre. La ineficacia en la ejecución de programas es evidente. Hay un desconcierto total. Las cosas marchan manga por hombro y las intervenciones del alto gobierno están a la orden del día.

Todo está retrasado. Nada concuerda con progreso, bienestar ni prosperidad. La eficacia está de vacaciones. Cabalga la inseguridad en todos los campos, áreas y niveles. No se tiene en cuenta que en definitiva todo debe hacerse con seguridad y que el objetivo tiene que ser facilitar, no entorpecer o hacer las cosas más difíciles de lo que son. Hay que hacerlo todo relativamente sencillo y proponer fórmulas, pero nos encontramos con unos gobiernos que de un lado solo ven y ponen dificultades, pero de otro, cabalgan raudos y airosos por sendas de corrupción y corruptelas que han hecho expeditas para sus protervos y mezquinos intereses en contra de los superiores de la comunidad.

Ha llevado todo esto a que crezca exponencialmente respecto de la política el desapego ciudadano a actuar en ella de buena manera, producto del mal rumbo que llevamos, lo que marca la decadencia en que nos encontramos y muestra un turbio panorama cada vez más inmediato. Hacen lo que les da la gana. No hacen lo que tienen que hacer, que es trabajar para mejorar la vida de las personas. No hacen nuestros políticos lo que tienen que hacer; que es construir, enriquecer el debate político para que mejoren las cosas y por ende la calidad de vida de las gentes.

Estamos en una especie de caos donde se entremezclan gritos, mentiras, amenazas, insultos, groserías, desprecios, señalamientos personales y familiares. En fin, se ha cruzado todos los límites. Es una tensión creciente que para evitarla deben liquidarse tales mandatos antes de tiempo. Lo que ideal sería en beneficio del departamento, el distrito, sus gentes y las buenas y mejores costumbres. Es hora ya de ir hacia lo justo, descansar de la demagogia, el autoritarismo, el populismo, la mentira, las falsas promesas, la hipocresía, el cinismo, que evidencian la falta de tranquilidad y sosiego político. Tenemos unos gobiernos torpes que son la antítesis de la estabilidad y la dignidad, que además alimentan el desapego a la política de los ciudadanos y comunidad en general.

No entienden, como alguien señalara, que la política activa, decidida, pensada, proyectada, entre otros generales y particulares aspectos, es más necesaria para levantar el vuelo con fuerza tras los azotes brutales y trágicos vengan de donde vinieren; de ahí que como ciudadanos de bien notificar debamos que bajo circunstancia alguna estamos obligados a sufrir la mediocridad política en que desgraciada e infortunadamente estamos.


*Jurista rubenceballos56@gmail.com

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