Por: Saúl Alfonso Herrera Henríquez*
Cruzamos tiempos difíciles, lo que no es secreto para nadie. Hay mucho sufrimiento en la gente, lo que se palpa y debe concitarnos para que ello más no sea y en consecuencia ayudar aportando soluciones. Tenemos como ciudadanos que prepararnos y dar lo mejor de nosotros en vía a colaborar desde la solidaridad y la cooperación.
Se impone salirle al paso a los malos momentos y a las malas situaciones, a efecto que no se sigan agravando los numerosos problemas que ya pesan cual fardos insostenibles sobre las espaldas de muchos de los nuestros. Seguimos padeciendo como ciudadanos inflación y lo que de ella se deriva, crisis energética, aumentos por doquier, bajo consumo familiar, baja producción empresarial, déficits, aumento de la deuda, pensiones en cuestión, débil crecimiento, inequidad y desigualdad, pobreza en aumento; y, un muy frágil e inestable bienestar.
El panorama no es el mejor y se muestra desgraciado y desolador para más señas. Gobierno, oposición y ciudadanía no gozan de una comunicación permanente y fluida como debiera ser, la crispación que alimentan mantiene un clima de polarización agobiante, no comparten ideas y no ceden algo de sus posturas y posiciones para acometer reformas y enfrentarse de lleno a los problemas y retos que acusamos.
No se quiere entender por parte de la administración que no se gobierna con autoritarismo y que oposición y ciudadanía sensata tiene puntos de vista distintos sobre política, economía y demás, y es capaz de ponerse de acuerdo en muchos asuntos y participar con decisión en proyectos que requieran de su amplia y decisiva colaboración.
No se vale que nuestros estamentos y fuerzas vivas no contemplen la posibilidad de entenderse, cuando estamos, en decir de algunos, bordeando un precipicio de males peores y que resulta definitivamente trágico que sigamos, por no entendernos, navegando en aguas turbulentas de incompetencia y fanatismo. No se trata de pedir unidad y al tiempo insultar a los opositores, quienes a su vez responden con otros reproches, generándose un ambiente que confunde a los ciudadanos, espanta la inversión, dificulta la recuperación económica e impide avances.
Entorpece esto la política, la economía, lo institucional y demás otros aspectos sustanciales de progreso, lo que más pronto que después puede hacernos naufragar, toda vez que administración y oposición, en lugar de crear estabilidad y confianza, generan inestabilidad e incertidumbre con una irresponsabilidad indignante. No entenderse significará salir mal y peor de dónde estamos y desde luego que tardaremos mucho, pero mucho más en recuperarnos.
*Saúl Alfonso Herrera Henríquez. Abogado. Especializado en Gestión Pública. Derecho Administrativo y Contractual saulherrera.h@gmail.com