Por: Álvaro Beltrán Pinzón
Los partidos políticos en Colombia se asemejan cada vez más a círculos de maquinación, fábricas de curules y escenarios propicios para mantener la vigencia de personajes obsesionados con la ambición de poder. Los certámenes electorales se han reducido a la disputa, entre clanes y cacicazgos, de los feudos que hacen posible validar una representación en el Congreso de la República, para, desde allí, ejercer la presión que les facilite hacerse a una gran tajada de las prebendas que administra el gobierno de turno.
Se debe retornar al espíritu fundante del Legislativo como condición para que esta democracia recobre su legitimidad y encuentre el sentido de su existencia. Se percibe con claridad la imposibilidad para dar tal paso mientras el voto popular esté capturado en esas instancias. Círculo vicioso que envilece la política, corroe a la sociedad y, por supuesto, desalienta al ciudadano hasta llevarlo a la inacción y al pesimismo que aseguran la perpetuación de esa lógica perversa que se repite periódicamente.
De cara a las elecciones de mayo vienen surgiendo incontables candidaturas con algunas propuestas atractivas que han eclipsado la extrema importancia de las justas parlamentarias. Su estratégica ubicación en la antesala de las presidenciales hace que cualquier cambio en la orientación del Estado se supedite a su resultado y que sean las fuerzas que de allí emerjan las que den sustento cierto a las diferentes aspiraciones.
El tiempo apremia, es la advertencia sensata que se pronunció en estos días. No se pueden dilatar las definiciones en aras de egoísmos y de cálculos particularistas que se atraviesan en la iniciativa de convocar a la ciudadanía para corregir la desorientación del Congreso y despejar el camino hacia una opción presidencial decorosa. Lo contrario sería dejar las cosas al arbitrio de las maquinarias electoreras, para que todo siga bajo la misma mordaza clientelista y la voluntad de los clanes regionales. Debe atenderse el clamor de un alto porcentaje de descontentos en este país que si no ven indicios de éxito en una opción seria, con seguridad, se convertirán en presa fácil de las charlatanerías mesiánicas y demagógicas.