Economista Omar Escobar

Por: Ec. Esp. Omar Escobar

La pandemia de COVID-19 y las medidas adoptadas en salud pública para contener la propagación de la enfermedad condujo a una disminución de la actividad económica en el 95% de los países que registraron una contracción en 2020, mayor que la experimentada en cualquiera conflicto bélico o la depresión económica de 1930, según expertos. Las repercusiones de este shock económico se sintieron muy desigual dentro y entre los países. Empresas más pequeñas, hogares de bajos ingresos, mujeres y otras poblaciones vulnerables se vieron más afectadas por los cambios en el trabajo.

Autor: bagotaj | Crédito: Getty Images/iStockphoto

Asimismo, los efectos fueron peores en los mercados emergentes y en desarrollo (EMDE), donde las redes de seguridad social existentes para mitigar los impactos de la crisis sobre la pobreza son más débiles. Los gobiernos de todo el mundo respondieron a la crisis económica con política fiscal expansiva, logrando remediar de alguna manera su problema sanitario. Es el caso de Corea del Sur, Noruega, Nueva Zelanda y China donde hubo una considerable inversión en la construcción de nueva infraestructura hospitalaria. 

En muchos casos, estos esfuerzos se vieron respaldados por una respuesta de política monetaria igualmente rápida, para proporcionar liquidez a las empresas y apoyar a los hogares afectados por una pérdida repentina de ingresos y empleo y así poder retornar a la actividad económica normal.

Los programas de apoyo fiscal llevaron a un aumento en deuda pública exacerbando la sostenibilidad de la deuda, preocupación que ya era alta en vísperas de la pandemia. Hoy, más de la mitad de los países de bajos ingresos están en problemas de deuda o en alto riesgo, duplicado en el transcurso de la última década. Ahora los países de todo el mundo también enfrentan el desafío de eliminar gradualmente los programas de apoyo para hogares y empresas de tal manera que no se vea amenazada la recuperación económica en el mediano plazo, ni el desequilibrio fiscal.

Es prioritario las políticas integrales enfocadas al apoyo del sistema financiero, empresarial y emprendimiento de las clases menos favorecidas y como no la regulación de las finanzas descentralizadas para los inversionistas en criptoactivos – nueva herramientas de los jóvenes en sus emprendimientos-.

Respecto a las instituciones financieras en riesgo, los aspectos regulatorios y marcos de supervisión para asegurar que los bancos reporten la solidez financiera y evitar bancos en quiebra. Los negocios y deuda de las Pymes, requieren  políticas enfocadas a inyectar capital semilla y apoyo técnico a fin de evitar su insolvencia… jugará un aspecto importante la expansión de uso las TICs, no solo como mecanismo digital que puede ayudar a expandir acceso y calidad de servicios financieros y comerciales, sino como un mecanismo para los nuevos negocios surgidos en pandemia:  economía colaborativa online, crowdfunding, entre otros… es el nuevo mecanismo para una recuperación más responsable e inclusiva con el apoyo de un Estado fuerte e incorrupto.

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