Por: Rafael Robles Solano*

Las estadísticas actuales de Colombia reflejan entre los índices de mayor preocupación ciudadana, a la percepción causada por la Inseguridad. Percepción que no es fortuita, ni exagerada, dados los enormes niveles delincuenciales que abundan por todas partes, desde las regiones rurales, hasta las urbanas, mientras que las autoridades luchan denodadamente en procura de brindar resultados que apacigüen (calmen) estos extendidos temores.

Sin embargo, la inseguridad es hoy por hoy, un problema que atraviesa transversalmente una serie de factores y situaciones sociales, como delictivas, que nacen desde la generalizada pobreza extrema de inmensas zonas poblacionales, carentes de oportunidades para optar a subsistencias dignas, como la falta de ofertas laborales con salarios dignos o la carencia de programas reales de capacitación para acceder a proyectos productivos, lo cual a su vez g0enera entre los sectores más marginales, el surgimiento de muchachos y jóvenes rebuscándose con actividades de calle, unos, los varones como vendedores ambulantes y las chicas, inducidas a la explotación sexual y prostitución; los restantes, proclives al narcomenudeo de estupefacientes o inicialmente a los hurtos pequeños, como los raponazos, para ir pasando a los atracos callejeros y luego a los asaltos a comercios, para terminar vinculados a bandas de sicarios y de traficantes de todas modalidades que afloran por doquier, como el contrabando de licores, telas, cigarrillos, productos electrónicos, insumos para la producción de estupefacientes, explotación minera, etc.  

Bajo las circunstancias descritas, vale citar algunas obras de referencia literaria tales como aquella que se titulaba “NO NACIMOS PA SEMILLA,” del exalcalde de Medellín, Alonso Salazar, o “ROSARIO TIJERAS,” de la autoría de Jorge Franco, quienes describen la realidad del imaginario de dichos jóvenes en una época aciaga, pero que en la actualidad continúa siendo parte de los escenarios de violencia cotidiana y obviamente de ocasionar mayores factores de inseguridad, como la que motiva el presente artículo.

A propósito he dejado para el final los temas relacionados con el narcotráfico y los diferentes grupos subversivos que no se acogieron al proceso de paz liderado por el Gobierno anterior, junto con el extendido problema de la corrupción que se desata principalmente en las altas esferas públicas y privadas, involucrando a ffuncionarios y contratistas gubernamentales, políticos y gremiales, como acontece con el cuestionado contrato del consorcio CENTROS POBLADOS y el MINTIC, o las recientes declaraciones de los extraditados hermanos Rodríguez Orejuela, reiterando sus viejas denuncias de financiar en el país las campañas políticas y presidenciales de los últimos 50 años, a lo cual junta la extendida compra de votos, que es de conocimiento público.

Es descorazonador por solo concluir con lo más suave, reflexionar sobre este desastroso panorama y, además, deducir cuales son las soluciones a la vista, para sortear y superar esta lamentable situación. Para ello se requieren acciones inmediatas a todo nivel, comenzando en lo político, para desde la participación masiva en las próximas justas electorales, ir cambiando a todos aquellos involucrados en investigaciones de todo tipo, como en los social, advirtiendo que algunas, requerirán de generaciones para ir modificando desde la primera infancia y en las escuelas, el arraigado “chip de las vivezas, en las que el vivo vive del bobo,” las cuales contribuyen a ir permeando conductas y comportamientos que hoy se consideran aceptables, porque son útiles para conseguir lo que se requiera laboral, económica y socialmente, pero que evidentemente socavan y transgreden los marcos de referencia de los comportamientos éticos.   

Secretario Ejecutivo

LIDERESOCIAL. lideresocial@hotmail.com.co  

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