Por: José Manuel Herrera Villa*
La educación, no cabe duda, es esa mejor e imprescindible herramienta imprescindible para el desarrollo integral de la persona, tanto en conocimientos y capacidades como para superar los estados de dependencia, inequidad, desigualdad y pobreza. Es tanta la importancia de la formación e información veraz en la vida de las personas que, cuando se quiere evitar la emancipación de la mujer, un colectivo o un pueblo oprimido, quienes se benefician de esa situación vetan sistemáticamente el acceso de esas personas a la formación y al conocimiento liberador. De ahí el empeño por controlar tanto la educación como la información; por ello, debemos convencernos de la importancia del aprendizaje, la escuela, la sociedad y hacer que la juventud tome conciencia del positivo papel que debe cumplir.
La educación, de ello no cabe cuestionamiento alguno, es la piedra angular del desarrollo social y moral de la sociedad, y la escuela la solución a los problemas reales del mundo, no en los despachos ministeriales, bancos, cuarteles ni multinacionales; más cuando es claro que el futuro de la humanidad está en quien gane la carrera entre la educación y capacidad de desarrollar pensamiento propio para cambiar el paradigma, o triunfe la manipulación y el continuismo de la ceguera mercantilista que nos avoca a la debacle. La verdadera educación debe enseñar a pensar con criterio, tener un comportamiento ético, ir más allá de la instrucción y enseñar qué pensar. La educación debe estar dirigida a enseñar a ser y a ser libre, estar exenta del adoctrinamiento que no acepta la libertad del alumno y enfocarse en la socialización para el éxito individual. No hay no hay conocimiento útil si no nos hace mejores personas; razón para que lo importante sea formar a los mejores para el mundo.
Igual debe fomentarse equidad e igualdad, lo que hace imprescindible la coeducación como estrategia, ser inclusiva y atender la diversidad. La escuela tiene que ser un laboratorio de convivencia que forme ciudadanos libres. La situación social que viviremos requiere una reflexión seria por parte de todos, pero concierne mayormente a las generaciones que nos sucederán, y por ello es hoy más necesario que nunca prestar atención a la educación de la juventud.
El desarrollo pensado en beneficio económico lleva al desastre. En un plazo próximo, se agotarán los recursos y se habrá destruido el ambiente de tal modo que no habrá progreso. Con este tipo de desarrollo no habrá futuro, por ser perverso. Si queremos porvenir, debemos huir de la farsa que explotan los que tienen a costa del resto y, gracias a esa injusticia mantienen la situación económica; pero el porvenir tiene que ser ecológico por respeto al ambiente, hijos y nietos que lo van a heredar, debiendo ser ético, De todos y para todos.
Ese futuro debe educar para tener pensamiento propio y personal de cada uno, No repetir dogmas. Entender que sin libertad de pensamiento propio no hay libertad, ni democracia ni libertad de expresión que valga. De otra parte, debe evitarse desinformación, ocultación y manipulación pública en función de intereses; pues para que el pueblo tenga poder, la política tiene que estar asentada en la participación local.
Parece bien claro que ningún partido político nos va a salvar si nuestra acción social activa no está presente en las organizaciones sociales de base. También resulta evidente que para ello necesitamos una juventud educada con capacidad de análisis y pensamiento crítico, con ética solidaria y sentido de equidad y justicia. Si queremos tener futuro, cambiemos todos. Sabemos por dónde hay que empezar.
– *Profesional en Administración y Finanzas. Especializado en Auditoría Integral. Formulación y Evaluación de Proyectos de Desarrollo. jomahevi@gmail.com