Por: José Manuel Herrera Villa*
Educación se nos dice, es la formación destinada a desarrollar la capacidad intelectual, moral y afectiva de las personas de acuerdo con la cultura y las normas de convivencia de la sociedad a la que pertenecen, así como la transmisión de conocimientos a una persona para que esta adquiera una determinada formación; y desde su visión más amplia y humanista, debe respetar los principios de libertad, reflexión, avance y transformación social y ha de ser la política y la administración educativa la que garantice su acceso a toda persona, independientemente de su nivel social, cultural, económico y de sus características personales, etnia o creencias, lo cual es un derecho que hay que reivindicar y defender a ultranza, ya que de perderse estamos condenados, como sociedad, a la mayor y más infame de las pobrezas.
La formación inicial y permanente de los docentes constituye piedra angular dentro del concepto general de educación, al ser quienes se dedican a la enseñanza. Recibir una buena formación de calidad, ya sea cuando alguien comienza a dar sus primeros pasos en el aula, o cuando se tiene una mayor experiencia, es un aspecto fundamental para crecer como profesor y como persona, lo que se traducirá positivamente en el estudiantado.
Sin embargo, cada día abundan mayormente congresos, eventos y actos de diversa índole en los que la formación gratuita, bajo costo y calidad queda altamente desacreditada, situación que igual acontece en el ámbito universitario, lo que bien y mejor puede soportarse en la cantidad ingente ofertada de cursos, títulos propios o másteres oficiales, de dudoso rigor, de todo precio y grandes facilidades para desarrollarlos, utilizando en muchos casos ganchos que serían propios de ventas callejeras, mercadeo que desgraciadamente asumimos con normalidad, lo que de suyo y a todas luces inaceptable, toda vez que desmerece principios fundamentales como el esfuerzo, la dedicación o la capacidad, además que vulnera esencialidades como la igualdad y la equidad. Si puedes pagarlo te gradúas, es el mensaje, lo que va contra la ética.
Es ello un modelo de negocio que se alimenta de las necesidades de estudiantes y docentes, obtención de méritos para las oposiciones, adaptarse a las demandas de los centros educativos, lucro que desvirtúa todo fin educativo, en el que ganan pocos y pierden muchos, lo que debe reflexionarse y estudiarse y analizarse a fondo, en la certeza que más que lo cual importa la promoción de espacios y formaciones en diversidad de formatos, que garanticen accesibilidad para todos, puesto que la educación no debe ser susceptible de mercadearse, lo que sería por sí mismo una aberración.
*José Manuel Herrera Villa. jomahevi@gmail.com Profesional en Administración y Finanzas. Especializado en Auditoría Integral. Formulación y Evaluación de Proyectos de Desarrollo