Por: José Manuel Herrera Brito

Realidad es que tenemos una economía desacelerada, una inversión privada disminuida, una competitividad afectada, complicado el índice de confianza de inversión nacional y extranjera; no hay señales prontas de recuperación del crecimiento económico, situación que requeriría camino a su reactivación, de austeridad, inversión pública y atacar la corrupción. Además, importa tener en cuenta para todos los efectos, el activismo sindical en el corto plazo que generará impactos negativos en la dinámica empresarial.

Ante un derrotero como el que se visiona, a todas luces complejo, la crisis económica se profundizará si a esta emergencia se adiciona una crisis financiera, derivada de una nada óptima perspectiva de crecimiento, lo que requiere de acciones tales como convocar un encuentro departamental para acordar los funcionamientos mejores de ingresos y gasto; canalizar recursos para las pymes y otras prioridades; robustecer el proceso de las fuerzas y actores políticos; mayor participación regional en la cadena de valor en beneficio integral e impulsar políticas públicas que salven a la actual generación y se tomen las decisiones que la población demanda soportadas en el diálogo transparente y los consensos, en el entendido que las soluciones las construimos entre todos.

Por su parte, la violencia sigue su curso, es cáncer que lastima a todos por igual, no se combaten de a mucho los intereses de la delincuencia organizada, no hay controles suficientes y pareciera  no tenerse capacidad de hacer algo al respecto, tal como terminar con las causas sociales que originan el problema desde la corrupción, la falta de educación y salud, hasta la construcción de nuevas políticas a este tenor con diagnósticos y políticas públicas correctas, cuidando que en lo estructural no se presenten contradicciones entre lo que se proponga y lo que se vaya a hacer.

Es atender las causas que generan la violencia. Es hacer un cambio social de raíz cuyas reacciones empiecen a sentirse. Necesitamos dinámicas de cambio que amainen de una vez por todas los brotes de violencia generalizada y su consecuente inseguridad, fortalecer las capacidades institucionales de inversión y coordinación, que fortalezcan el predominio permanente del departamento y los municipios sobre los grupos delictivos. No hacerlo, sería repetir errores. Una propuesta puntual para complementar sería acordar, a nivel departamental mecanismos que permitan contar con recursos suficientes destinados a la contratación, capacitación y equipamiento, en lo que es indispensable recuperar la confianza de la gente en la institucionalidad y en la estrategia departamental.

Las nuevas tecnología deben convertirse en ese necesario aliado para promover información comunicación y organización vecinal, especialmente en la generación de inteligencia preventiva, así como en el seguimiento y evaluación de los avances de una estrategia consensuada, lo que tiene que ser un esfuerzo de largo aliento para combatir la inseguridad y acabar con la violencia imperante.

Trabajar en ello es la única ruta que nos queda como departamento, su es que en realidad u verdad queremos construir algo diferente en esta materia. saramara7@gmail.com

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