Dr. Iván Bohórquez Zapata

Por: Iván Bohórquez Zapata*

PROVOCADORES, PELIGRO INMINENTE

Muchos de nuestros mandatarios en los órdenes local, departamental y nacional, parecieran haberse convertido en provocadores de oficio, dadas sus expresiones, acciones y como queriendo buscar reacciones en las personas irritándolas o estimulándolas con palabras y malos procederes en lo personal y administrativo, siendo efectivos muchas veces por los resultados que logran y, a juzgar por su conducta iterativa que les suma placer ante las reacciones que crean, no solo en sus opositores políticos sino en los demás, siendo tanta su prepotencia que los lleva a ignorar a todos, a no temerle a nada ni a nadie, al considerar en su ego infinito que no constituyen peligro para su “proyecto” y además no les parecen relevantes, aunque hayan mostrado que en efecto lo son. Provocan a quienes no son sus incondicionales ni tienen bajo su control, sean estos de los sectores institucionales o sociales.

Provocan a todos los sectores de la sociedad que perciben que sus políticas no han dado resultados ni apuntan en la dirección correcta. A quienes con evidencia les señalan entre otros muchos aspectos que violencia e inseguridad crecen, que no hay desarrollo ni crecimiento, que la corrupción sigue siendo sistémica, que la justicia actúa convenientemente, que la impunidad aumenta, que pobreza y desigualdad se potencian, que no hay beneficios reales para la población, que la salud no funciona como debiera, que las víctimas son utilizadas políticamente y de otro lado no merecen su empatía, que se puede prescindir del trabajo de los científicos y académicos, que los medios solo tienen como propósito mantener sus privilegios, que los periodistas no hacen su oficio, que los empresarios no necesitan seguridad jurídica. A quienes así denuncian los combaten en los hechos y en sus pronunciamientos por no plegarse a sus imposiciones.

Igualmente lo hacen con los órganos oficiales que no han podido doblegar, acallar, cooptar, subyugar o destruir y los llaman inservible, los insultan, persiguen, les provocan renuncias, les proponen veladamente caer en la ilegalidad. Insultan a sus miembros, los desautorizan, distorsionan los ejercicios democráticos, niegan recursos legales, ignoran medidas cautelares dictadas por autoridades competentes, y obligan que se difundan a como dé lugar los pocos logros gubernamentales que se materializan.

Diferencia grande en las formas como líderes de otras latitudes buscan hacer realidad sus proyectos. Contrario a lo que hoy representan y proyectan muchos de los nuestros que mueven a provocación a quienes no se le pliegan a sus utilidades. Prefieren acusar, imputar, incriminar, fustigar, destruir, imponer su proyecto utilizando muchas veces de manera ilegal la fuerza diseñada para dar servicio y proteger a los ciudadanos, además de forzar sus verdades abusando de la palabra y hacer lo que les viene en gana comprometiendo el Estado democrático de derecho. No entienden que la provocación solo es buena cuando se trata de retar a sus equipos de trabajo para hacer mejor las cosas, lograr mejores resultados, alcanzar las metas trazadas y no ir tras un franco deterioro de la convivencia y la destrucción institucional. Definitivamente no es el camino.


*Iván Bohórquez Zapata. Administrador Público. Especializado en Gerencia de Proyectos de Desarrollo. @ivnBohorquez1 ibozap@yahoo.es

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