Dr. Iván Bohórquez Zapata

Por: Iván Bohórquez Zapata*

DE LOS GOBIERNOS LOCALES (I)

Cientistas políticos y sociales de relevancia académica universal, sostienen con convencimiento pleno que, si no existiera el gobierno local, un gobierno propio de los municipios, habría que inventarlo irremediablemente, máxima del municipalismo que se predica de todo tipo de municipios, cada vez más trascendentes por desplegar mayor número de acciones que hacen con unos medios y un alcance que les permiten afrontar con eficacia algunos de sus problemas colectivos.

A la par de lo cual, entienden que el camino hacia la democracia global pasa más por los municipios que por los Estados, al ser los municipios espacios públicos donde nos manifestamos como ciudadanos, como participantes en una comunidad política más abierta, participativa, pluralista y multicultural, en los que mejor se establecen redes, se trabaja colaborativamente y por cuanto pasan por ellos, antes que por otros espacios, los principales fenómenos e innovaciones políticas, lo que los coloca en mejor posición que los Estados para afrontar los problemas actuales.

Coinciden expertos en la asignatura, al tiempo que así lo señalan, que el gobierno más cercano al ciudadano tiene importantes activos, ventajas que consisten básicamente en una mayor consecución de esos tres objetivos o valores democráticos, como son eficacia, participación y libertad. Los gobiernos locales se relacionan con la capacidad de actuar con altos niveles de eficacia, rasgo resultante de su conocimiento profundo del territorio, características, población, necesidades y capacidad; por tanto, debe adaptarse su actuación a sus condiciones, lo que pone en práctica el talento para interpretar la realidad con el máximo nivel de precisión y ajustar su acción a ella.

Dentro de sus competencias, se podría decir que los gobiernos locales son los agentes más eficientes para la provisión de los servicios que son locales en su naturaleza; al mismo tiempo que la cercanía gobierno / ciudadanos permite un mejor escrutinio de estos sobre la acción pública y un ejercicio más claro de la rendición de cuentas.

La actuación del Estado es rígida, mientras que corresponde a los municipios actuar con celeridad y precisión, a efecto de dar respuestas adaptadas a cada contexto y en cada momento, por lo que deben diseñarse estrategias diversas pegadas al territorio y sus dificultades, interviniendo allí donde detectadas son las necesidades más acuciantes de la población, como es estar en primer lugar y ser los más cercanos al ciudadano, lo que permite reacciones rápidas de adaptación a las cambiantes circunstancias que se presenten o puedan surgir.

Los gobiernos locales no tienen rival en la posibilidad de implicar a los ciudadanos en la vida pública al presentar, por sus dimensiones, el único espacio político en que la participación ciudadana puede darse de forma efectiva. Las democracias locales abren sus estructuras a la participación pública y los ciudadanos se implican a través de múltiples formas, como foros ciudadanos, consejos de barrio o de ciudad, comisiones sectoriales de jóvenes, mayores, escolares o mujeres, consultas populares, juntas de acción comunal, audiencias públicas y un sinfín de mecanismos a través de los cuales influir en los procesos municipales de toma de decisiones.

Estas fórmulas participativas adolecen también de algunas limitaciones que no se deben ignorar, como el número bajo de participantes en algunas ocasiones o cierta resistencia de las autoridades a incorporar el resultado de la participación a las decisiones públicas. Aun así, se podría decir que los municipios actúan en cierta manera como escuelas de democracia, permitiendo implicarse a los ciudadanos en los asuntos públicos y experimentar el funcionamiento del sistema democrático, el contraste de ideas y de alternativas, los constreñimientos de la acción pública o la experiencia de la deliberación.

La existencia del nivel local en un sistema político, así se ha sostenido, ya que redunda en mayor libertad, al estar soportado en la premisa que la misma existencia de este nivel de gobierno contribuye por sí mismo a la dispersión del poder político, alejando así el riesgo de monopolio del poder del nivel central de gobierno. De hecho, una de las características que comparten los sistemas políticos de corte autoritario es la inexistencia de gobiernos locales y, allí donde existen, se trata de meras instituciones de delegación del poder central, carentes de autonomía.

La descentralización política hacia los gobiernos locales reduce la tentación y la posibilidad de actuaciones arbitrarias por parte del poder central, lo que es a todas luces definitivo y beneficioso en cuanto a consolidar un superior avance, fortalecimiento y profundización de la democracia, de la que Winston Churchill, el Gran Británico dijo: “La democracia es el peor sistema de gobierno, a excepción de todos los demás que se han inventado”.

*Administrador Público. Especializado en Gerencia de Proyectos de Desarrollo. ibozap@yahoo.es @ivnBohorquez1

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