SAÚL ALFONSO HERRERA HENRÍQUEZ

Por: Saúl Alfonso Herrera Henríquez*

Importa para todos y de ello debe tratarse, consolidar una representatividad y capacidad de respuesta de las instituciones republicanas a los retos muchos del presente y del mañana, lo que debemos todos afrontar; y, en consecuencia, ir tras una real y superior calidad democrática, que es también dar cumplimiento a las leyes, proteger al desvalido sin que ello implique gravar, retrasar y condenar al sobresaliente. No se trata de ser conformistas, sino nivelar en todos los aspectos nuestra organización social, lo que indica que para lograr buenos resultados es necesario exigirnos colectivamente, apuntando a ser mejores y superiores. Implica lo cual, la necesaria búsqueda y procura de liderazgos que representen ese grande ideal, en la verdad que no es ni sería moral ni políticamente correcto destruir los incentivos para hacer las cosas bien, ya que no es ni da lo mismo esforzarse que no hacerlo.

En puridad política, el razonamiento es el mismo y está justificado, toda vez que los servidores públicos, a la vez que brindan un servicio social, tienen un papel ejemplificador tanto por la responsabilidad que significa ejercer un cargo de manera eficiente, como por su papel de liderazgo de cara a la sociedad, la política debe ser ejercida por personas preparadas técnicamente, con experiencia comprobable y trayectoria intachable.

La democracia real, la democracia de calidad, excelsa, la que conduce los destinos del pueblo hacia mejores horizontes a largo plazo y de manera más sostenible, va de la mano de mandatarios, dirigentes, líderes ejemplares y de una ciudadanía responsable, participativa, activa, comprometida que se informe y sepa qué demandar en una constante rendición de cuentas a sus representantes; razón por la que la sociedad deba exigirles incluso más de lo que se exige a sí misma y la política debe tomar en serio su papel, estar a la altura y actuar en consecuencia; de otra manera, el contrato social pueblo / Estado se rompe y la confianza perdida no se recupera con facilidad.

La educación formal no garantiza la calidad profesional o personal de una persona, pero el piso educativo obligatorio para todos los ciudadanos debe encontrar los espacios de mayor responsabilidad y liderazgo; de ahí que quien o quienes quieran representar o seguir representando a sus conciudadanos en el orden que fuere, deberían hacer esfuerzos para dar cumplimiento no solo a lo que establece la Constitución y las leyes, sino también como señal de respeto y compromiso con la labor que quiere desempeñar, mucho más en un país como el nuestro que quiere ser reconocido por su nivel educativo y cultural desde luego.

Concierne ir en este contexto en una senda ascendente, expandir la educación, la formación de docentes, la fundación de bibliotecas, la promoción de las ciencias, en ruta a hacernos dueños de un rico acervo cultural y científico para el país. Es impulsarnos a fundar centros de educación en cada rincón de la patria, lo que nos ayudará a aspirar ir a más y superarnos. No podemos permitirnos como país un famélico hacer y quehacer político, mucho menos que se manche de demagogia como resultado de un cómplice e infame facilismo; sino entender que la idoneidad es un concepto dinámico vinculado a los cambios vertiginosos en el campo del conocimiento, resultado del aprendizaje constante de nuevas habilidades, por lo que interesa estimular el avance educativo, que es la mejor herramienta para la movilidad social ascendente, razón por la que no debemos anclarnos ni perpetuarnos en una visión pobrísima de la vida.

No más crisis de representatividad, puesto que esta ella estrechamente ligada con la incapacidad de dar respuestas eficaces a las demandas de la ciudadanía, y es por eso que la exigencia a nuestros dirigentes es un primer paso hacia una democracia real y de calidad democrática, lo que impone buscar criterios de excelencia en la función pública, para dar el salto cualitativo hacia mejores leyes y administración de los asuntos públicos, en la afirmación que un gobierno útil es el que sirve de la mejor forma y manera a los ciudadanos, y debe en consecuencia ser ejercido con transparencia, eficiencia, compromiso, criterio y responsabilidad absoluta- Ello merecemos. Nunca conformarnos con menos. saulherrera.h@gmail.com

*Abogado. Especializado en Gestión Pública. Derecho Administrativo y Contractual. Magister en Derecho Público. Columnista

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