Por: Rafael Robles Solano*

Con la situación que actualmente se vive en Colombia, es necesario reflexionar sobre este tema y su trascendencia en nuestra sociedad, lo anterior significa apreciar trasversalmente una serie de factores que afectan nuestra cotidianidad en todos los sentidos

Vivimos un periodo que podríamos calificar como de postconflicto, sin embargo, como se pronosticó en su momento, este no sería el final de las confrontaciones y de la violencia que durante décadas nos azota, dado que las causas que lo generan, no han desaparecido como era deseable. Por una parte, el Estado, impotente carece de capacidad logística para atender las necesidades apremiantes de aquellas regiones afectadas por el conflicto y por el olvido, además, permanece sujeto a devenires políticos circunstanciales, en el presente caso, como lo fue el cambio de Gobierno, dado que las políticas pacifistas o conciliadoras promovidas por el expresidente Santos, que condujeron al mal trecho proceso de paz con las Farc, no fueron, ni han sido objeto del respaldo íntegro de las acciones dispuestas por el Presidente Duque, para desarrollar su implementación, antes por el contrario, han sido sujetas de severos cuestionamientos promovidos por su funesto mentor, pese al respaldo internacional que recibieron los Acuerdos de la Habana.

Veamos, las políticas adelantadas por el Gobierno actual, desvirtúan los términos acordados con los exsubersivos, además, observamos como se entorpecen las relaciones internacionales, con pretextos baladíes, tal como acontece con el rompimiento de las relaciones con Venezuela y en la práctica con Cuba, la absurda intromisión pretendida en el reciente proceso electoral de Ecuador, con el viaje del Fiscal colombiano a llevar denuncias contra uno de sus candidatos presidenciales o antes, la indebida intromisión que se intentó con el apoyo gubernamental y partidista, a favor de Donald Trump, en las pasadas elecciones de Estados Unidos.

Observamos como el Presidente Duque, da pasos imprecisos y dubitativos en la atención de la problemática del país.  Seguimos agobiados por las constantes masacres de campesinos, de líderes sociales y políticos, con el desplazamiento forzado de enormes grupos familiares, debido a las confrontaciones bélicas entre las “bacrim” (bandas delincuenciales, como de forma eufemística prefiere el Gobierno que se les llame en los medios de comunicación, para no asustar, ni alarmar a la comunidad), adscritas a grupos de narcotraficantes y subversivos, por el control de rutas y de zonas mineras, por citar un par de casos, sin que el Gobierno, aborde medidas eficaces para neutralizarlas y controlarlas.        

Nos debatimos en medio de las confrontaciones reseñadas, sin que se avizoren soluciones efectivas, pues especialmente en las zonas rurales, sus residentes siguen expuestos a la violencia indiscriminada de los actores del conflicto, pese a que el expresidente Uribe, insista en que ese conflicto, “no existe”, porque es un concepto que, según él, disfraza la historia violenta que por décadas a sufrido el país.  En consecuencia, retomando el criterio que orienta el titular de este artículo, ¿Quién responde por la “Defensa de la estabilidad social”?  Supuestamente está en cabeza del Estado. Sin embargo observamos como los órganos de vigilancia y control, salvo por las no respondidas alertas de seguridad que emiten las organizaciones defensoras de los derechos sociales e institucionalmente, por las Personerías locales y la Defensoría del Pueblo, asistimos inermes a las consecuencias casi que diarias de alarmantes hechos de repetición de masacres y desplazamientos en Departamentos como Norte de Santander, Antioquia, Cauca, Nariño, Caquetá, sin que las autoridades y en particular, el ejército, haga presencia efectiva o, reaccionen prontamente para llegar a dichas regiones a intervenir y tomar el control de las zonas en donde se están adelantando las aludidas confrontaciones bélicas.

Entonces es pertinente preguntar y reclamar un pronunciamiento puntual del Gobierno dando cuenta o explicando: ¿Qué sucede con el manejo de los servicios de inteligencia?  ¿con la respuesta inmediata que deben hacer nuestras fuerzas aéreas, para incursionar de inmediato, en aquellas zonas en las que la confrontación entre las organizaciones delincuenciales que se enfrentan durante días y semanas enteras, propiciando el desplazamiento de enormes grupos de poblaciones rurales y campesinas, sea aniquilada?  lideresocial@hotmail.com *Secretario Ejecutivo LIDERESOCIAL. 

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