Por: José Manuel Herrera Brito
No puede ser ni permitirse que haga carrera en la acción política, como viendo estamos, el todo vale, lo que es a todas luces una aberración. Se entiende que se debe ganar en política, más no a cualquier precio, sino con decencia y grandeza. Sin humillaciones, mentiras, manipulaciones ni acciones en los que el fraude sea protagonista. Son elementos los cuales que desdicen del buen hacer y quehacer político; y por ende, traducen en la gente con decoro: hastío, indignación, angustia e incertidumbre, al tiempo de generar desconfianza en la política y en quienes se dicen políticos y ejercen sin serlo, esta noble actividad, que es la ciencia que trata del gobierno y la organización de las sociedades humanas, especialmente de los estados, como también actividad de los que gobiernan o aspiran a gobernar los asuntos que afectan a la sociedad o a un territorio en lo local, municipal, departamental, regional o nacional.
No puede tampoco ser que la ciudadanía vea la política con pasmo, inquietud y alerta, emociones que se tornan vertiginosas en apatía frente a todo cuanto concierne a lo público, a aportar, lo mismo que al bienestar y prosperidad comunitaria, toda vez que parece ser que la consigna de los más que hoy actúan en las contiendas políticas es ganar, ganar y ganar sin importar que se avasalla, ni a quien o quienes se perjudica.
La incertidumbre hace ola en la gente de bien, que no sabe qué va a seguir pasando(nos) y menos qué resultados, secuencias y derivaciones irá a tener el actuar con sucias artimañas, cada vez más evidentes. No vemos desde hace ya bastante tiempo campañas políticas llevadas con la altura que las mismas exigen y requieren. Inseriedad e ilegalidad se palpa. Cunden mentiras, engaños, chismes y rumores. Las falsas promesas están a la orden del día. Y ni que decir de quienes aspiran, sujetos carentes de una verdadera formación y capacitación en lo académico, político, cultural, social y total desconocimiento a profundidad de lo que es significa, importa, comporta y representa la cosa pública. Nos hemos acostumbrado; o mejor, han acostumbrado a la ciudadanía a maneras de hacer política y a políticos sin altura, decencia, grandeza, conocimiento ni preparación.
Requerimos un hacer y quehacer político a la medida de una verdadera democracia. Sin irracionalidad, emotividad desbordada ni fanatismos. Necesitamos mesura, encomio, proporción y afecto por principios enaltecedores que potencian la política. No es destruyendo sino construyendo la forma mejor que tenemos para avanzar. No es con mentiras como podemos redimirnos. No es la calumnia ni la injuria las herramientas válidas para soportarnos como sociedad. Formas todas que vuelven peligrosa e improbable a la administración pública.
En nuestras manos está cambiar o seguir inmersos en el lodazal del ejercicio político del presente, lo que impone una ciudadanía y comunidad participativa, activa cual que más, que edifique, construya, anhele, clame, reclame y defienda con entereza y valor civil una política del bien común. Que entienda que el interés general debe primar siempre sobre el particular. Una ciudadanía que jalone, que tenga altas miras, impulse, no sea entreguista ni borrega, sino guía. Muestre y de certezas que en ella se puede confiar, que será sensata y potenciará en adelante valores e inspiraciones mejores. Necesitamos soluciones colectivas. Comprender de manera consciente que, de no ser solución como ciudadanía, somos parte del problema, lo que debe ponernos a sideral distancia de quienes piensan seguir montados en su “yo supremo”, en su mesianismo absurdo y en beneficio directo de sus propios intereses y el de los suyos.
Insistir debemos en que necesitados estamos de los buenos ejemplos y de las acciones decentes, distinguidas, altruistas, por parte de quienes están hoy y aspiran a estar mañana ejerciendo el liderazgo político en nuestros territorios y conducirlos por caminos ciertos que, de la mano de la unidad, la equidad, lo justo, el desarrollo y el bienestar, nos lleven al puerto seguro de la integral prosperidad. Repito, en nuestras manos está que esto cambie o seguir inmersos en mares de inconciencia. saramara7@gmail.com