SAÚL ALFONSO HERRERA HENRÍQUEZ

Por: Saúl Alfonso Herrera Henríquez*

Debemos y tenemos que tener claro cuál un imperativo cierto, que nuestra identidad nacional es republicana y que es frente a la sociedad y no ante un reducido grupo de personas o comunicadores que nuestros gobernantes tienen que rendir cuentas. La forma, el pilar de la República, siempre está en peligro, ya que es una creación diaria, de labor permanente y continua. Es algo esencialmente inacabado, toda vez que una República viva es constructo que nunca se termina.

República es una forma de gobierno y organización del Estado, en la que el poder público es ejercido por representantes del pueblo, ceñidos a un cuerpo de leyes fundamentales establecidas para todos (o sea, una Constitución), y en el marco de una separación de los poderes públicos; y, quiere decir una larga cadena de hechos, prácticas y sobre todo, instituciones a las que no podemos desconocer.

La autocracia, es un sistema de gobierno que concentra el poder en una sola figura (a veces divinizada) cuyas acciones y decisiones no están sujetas ni a restricciones legales externas, ni a mecanismos regulativos de control popular (excepto quizás por la amenaza implícita de un golpe de Estado o de una insurrección en masa), siendo letal para la democracia y sus instituciones. Si no conocemos las atribuciones y límites de las instituciones públicas; la importancia y valor de nuestras leyes para la impartición de justicia, no podemos impedir las arbitrariedades del poder.

Razones las dichas, por lo que muchos estadistas y tratadista de la cosa pública han pensado a través de los tiempos que la República debe ser colegiada para evitar que se le identifique con un individuo, puesto que confiar el poder Ejecutivo a un solo hombre equivaldrá a traicionar la idea de la República. Dejar que una sola persona tenga reunidos todos los poderes es semejante a lo que podría ser la lealtad hacia un monarca.

Claro debemos tener que tenemos que decidir y comprometer la voluntad de construir una sociedad sobre un principio de igualdad, a lo que todos los ciudadanos debamos aportar una contribución personal y participación activa, en el entendido que la República es una construcción colectiva. La ideología republicana va a la par del triunfo de la razón y el conocimiento sobre el oscurantismo, los prejuicios, la superstición y las mentiras, lo que se debilita cuando existe una queja permanente contra cualquier crítica o argumento que no favorezca al gobernante en turno.

Bien se nos ha dicho que no hay ciudad que sea el bien de uno solo. Monarquía o gobierno de un individuo, anula la posibilidad de formar hombres libres y decididos a colaborar por la unión del territorio y sus habitantes. Cuando somos muchos los que vemos que hemos pasado de una concepción de la cosa pública a una forma política imprecisa donde estamos cerca de sumirnos en un lugar sin ley, sin los principios de una república, por lo que prioritario es avalar y respetar la democracia.

*Saúl Alfonso Herrera Henríquez. saulherrera.h@gmail.com – Abogado. Especializado en Gestión Pública. Derecho Administrativo y Contractual

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