Por: Rafael Robles Solano*
Poético, sugestivo pero irónico el título con que los investigadores terminaron bautizando “EL INFORME DE LA COMISIÓN PARA EL ESCLARECIMIENTO DE LA VERDAD, LA CONVIVENCIA Y LA NO REPETICIÓN.” En mi anterior artículo sostenía que: “Lo único cierto es que el pueblo colombiano en su totalidad votó por EL CAMBIO, y eso lo tienen bien claro la totalidad de dirigentes políticos nacionales y regionales.”
De modo que retomando el tema que motiva estas líneas, reitero y repito mi convencimiento de que la nueva realidad social y política del país, indiscutiblemente contribuirán a la disminución de la enorme polarización que: “especialmente a dividido a Colombia en los cinco últimos lustros, en las que pasamos de los frustrados procesos de diálogos promovidos por el expresidente Andrés Pastrana, a los de la “seguridad democrática” que lamentablemente se convirtieron y degeneraron con el paso del tiempo, en fuente de horribles tragedias rurales, por las múltiples matanzas y desplazamientos forzados auspiciados desde ciertas instancias gubernamentales, por militares, contando con el respaldo y la financiación de muchos ganaderos, banqueros, industriales, etc., quienes terminaron confabulados con toda clase de grupos sediciosos al servicio de paramilitares y del narcotráfico, para apoderarse de inmensos territorios campesinos, como se viene ahora conociendo con el inicio de las denuncias contenidas en el llamado: INFORME FINAL, DE LA COMISIÓN PARA EL ESCLARECIMIENTO DE LA VERDAD, LA CONVIVENCIA Y LA NO REPETICIÓN, TITULADO: “CUANDO LOS PAJAROS NO CANTABAN.” Cuyos contenidos revisten un siniestro panorama con relatos dramáticos y espeluznantes, por la sevicia con la que actuaron la totalidad de los actores del conflicto. Informes que como es apenas obvio, ya salió a ser rechazado por todos aquellos que de una u otra forma, directa o indirectamente sienten que resultan involucrados y comprometidos por el alcance de dichos hechos.”
Esta tragedia consignada en dicho INFORME es vergonzosa, dolorosa y de una infamia difícil de asimilar, que resultó dejando en pañales la sangrienta violencia partidista de los años cincuenta y sesenta, que además evidencia como Colombia, tiene dos rostros, la urbana y moderna y la rural, olvidada y profunda, sobre las que durante décadas hemos procurado minimizar o mejor, ocultar sus calamidades para no tener que enfrentarnos a ella.
Ingenuamente pedimos PAZ y RECONCILIACIÓN NACIONAL, pero deliberadamente evitamos hacerle frente a sus secuelas, ABOGAMOS POR ESCENARIOS DE PERDÓN y OLVIDO, sin al menos intentar compensar y reparar a los miles de víctimas que deambulan aún por los campos buscando a sus desaparecidos seres queridos o asesinados, quienes junto con aquellos líderes sociales campesinos que cada día aún mueren intentando reclamar y recuperar las tierras que violentamente les arrebataron cuando los desarraigaron y expulsaron de sus parcelas y ranchos, pero no, al parecer estas víctimas solo sirven de referencias estadísticas, porque carecen de dolientes reales ante una sociedad como la nuestra, adormecida e insensibilizada por el relativismo materialista en la que nos hallamos.
El perdón, el olvido y la reconciliación, requieren de serios procesos de reivindicaciones sociales, de nuevas oportunidades, de que los desplazados puedan volver a sus tierras sin que nuevamente sean perseguidos, que las víctimas tengan acceso a las verdaderas causas de sus atropellos, para que puedan despojarse de sus odios y rencores. Solo así, conseguiremos materializar y consolidar los verdaderos procesos de paz.
*Rafael Robles Solano. Secretario Ejecutivo LIDERESOCIAL. lideresocial@hotmail.com