Por: Hernando Pacific Gnecco*
Crimen es cualquier acto voluntario que trasgrede la ley de manera nociva, peligrosa o reprobable. Aunque se equipara a delito, se prefiere el calificativo de crimen para infracciones graves y significativas: homicidio, secuestro, desaparición, robo calificado o fraude deportivo. Los famosos han sido víctimas, pero también actores principales de muchos casos resonantes en la vida pública. Otros criminales desconocidos se volvieron famosos gracias a sus delitos, y algunos casos se hicieron célebres.
En el siglo XIX, Londres vivía el terror de 11 asesinatos en serie cometidos en Whitechapel; todas sus víctimas fueron mujeres que aparecieron mutiladas y desmembradas. Jack el destripador pudo ser carnicero o cirujano; después de extensas investigaciones, nunca se dilucidó su identidad. En 1865, el presidente de USA, Abraham Lincoln asistía a una obra de teatro cuando recibió un disparo en la cabeza que le ocasionó la muerte en pocos días. El asesino, John Wilkes Booth, huyó, 11 días después fue localizado y asesinado por el sargento Boston Corbett; si bien el móvil fue político, no se supo la causa específica ni detalles relevantes. Es similar al caso de Kennedy: cuando el pistolero Jack Ruby asesina a Lee Harvey Oswald corta cualquier opción de dilucidar el magnicidio.
OJ Simpson, estrella del fútbol americano, fue acusado del doble homicidio de Nicole Brown y Ronald Goldman; en 1994 fue declarado “no culpable” tras un largo y mediático juicio penal. En 1997 un tribunal lo declaró responsable civil de las muertes, obligándolo a pagar una indemnización de USD 33,5 millones; otro caso sin solución. Escandaloso fue el Mundial de Futbol de 2002: llevaron aupada a Corea del Sur hasta la semifinal eliminando a Italia y España con arbitrajes francamente cargados. Por sus evidentes limitaciones, Corea quedó fuera de la final. Brasil, coronado campeón, también recibió algunas “ayudas” frente a Turquía, igual que Alemania, subcampeón, frente a USA. Eran los tiempos más oscuros de la FIFA.
En 1971, DB Cooper (seudónimo), secuestró en pleno vuelo un avión de pasajeros en los Estados Unidos; amenazó con hacer explotar una bomba sino le daban USD 200.000. Hizo aterrizar el avión, le dieron el dinero y después de reiniciar el vuelo, Cooper saltó en paracaídas con 10 kilos de billetes; nunca se supo del destino del secuestrador. El robo al Banco Británico del Medio Oriente en 1976 incluyó el uso de explosivos; el brutal ruido retumbó por todo Beirut. Los ladrones saquearon USD 203 millones que se llevaron en 3 camiones; nunca aparecieron los ladrones ni el botín. Otros robos millonarios ocurrieron en 2003, en Bagdad: tres guardias de seguridad nocturna de un banco se alzaron con USD 282 millones sin rastros de los autores ni del dinero sustraído. Uno de los robos de arte más cuantiosos de la historia sucedió en el Museo Isabella Steward Garden de Boston en 1990: 13 obras que hoy superan los USD 500 millones, un Rembrandt y un Vermeer hacen parte del mercado clandestino del arte.
Los robos cibernéticos también han mojado prensa: Sony Pictures fue víctima de un ataque por el que tuvieron que pagar un rescate de USD 100 millones. Adobe Systems pasó por la misma penuria que le costo USD 65 millones; JP Morgan Chase tuvo que desembolsar a los piratas más de USD 76 millones. En esos casos hubo secuestro de información confidencial de cientos de millones de usuarios. Un caso curioso sucedió con el robo de joyas en el centro comercial Kaufhaus des Westens de Berlín en 2009: las pruebas de ADN llevaron al autor, pero no pudieron llevar el caso a los tribunales; las muestras pertenecían a un par de gemelos; por ello las autoridades no pudieron probar quien fue el criminal.
¿Existe el crimen perfecto, ese que no deja pistas ni identidades posibles, o aquel que nunca se detecta? Entre la desidia, la incompetencia o falta de recursos apropiados, muchos delitos quedan sin resolver. Algunos se resuelven “cuando ya pa qué”. hernandopacific@hotmail.com
*Médico Cirujano. Especializado en Anestesiología y Reanimación. Docente Universitario. Columnista