Por: José Manuel Herrera Villa*
En materia económica no podemos darnos el lujo de seguir inmersos en la pobreza, menos cuando somos un país eminentemente rico, pero que desgraciadamente piensa y quiere vivir como pobre, lo que es a todas luces inadmisible. Tampoco permitirnos caer en hiperinflación y maxidevaluación, que pueden ser propiciadas si continuamos por la vía de las políticas económicas absurdas que sin duda nos llevarían a extremos e indignidades, lo que traduce que jamás ni nunca deba pensarse en la absurda idea que hay que expropiar a los ricos para repartir la riqueza, como si creciera en los árboles y no con inversión y trabajo, menos asaltando en la realidad las propiedades de empresarios honestos, con la ilusión de crear una propia clase de testaferros y de empresarios dependientes del Estado. Indica la experiencia, funesta por demás, que las expropiaciones, la falta de respeto a la propiedad privada, la carencia de una economía de mercado con garantías jurídicas adecuadas y el incumplimiento de los contratos, es el origen del desastre económico de los países, además de generar desconfianza de los agentes económicos en el futuro, si permitimos que el país sea manejado arbitrariamente desde el Ejecutivo.
De otra parte, debe decirse, la industria petrolera y de hidrocarburos merece que se maneje con especial atención y cuidado, sin indolencias ni torpemente, sin imprecisiones, imprevisiones ni improvisaciones, y menos con baladíes lucubraciones sin sustento alguno en la realidad, ni destruyendo su capital humano y malbaratando sus recursos.
No pueden tampoco en el contexto económico, acumularse los problemas de funcionamiento ni de otra índole alguna, lo que indica que no pueden ser ni terne cabida las políticas erradas y la improvisación irresponsable que más temprano que tarde y más pronto que después dan al traste con la economía de manera irremediable y muchas veces hasta irreversiblemente. El manejo de la economía no puede hacerse desde las nebulosas o soñando, sino con los pies bien firmes sobre la tierra; tampoco con fórmulas populistas, inflacionarias y devaluacionistas, sino creando dinero y correr cubriendo los gastos con ingresos que los respalden, para no llegar nunca a lamentaciones.
No podemos permitirnos caer en situación de caos, sino crear las condiciones suficientes y necesarias para que economía, empleos t trabajos crezcan aceleradamente, procurar la estabilización de las finanzas públicas y la reducción del déficit fiscal, fortalecer la banca, olvidarse de la emisión excesiva de dinero, es tener una economía que permita el libre cambio, impulsar la expansión de la economía, apoyar la demanda con transferencias que atiendan la emergencia humanitaria, programas de inversión pública y privada masivos en infraestructura y recuperar los servicios públicos sostenidamente, combinar inversiones en infraestructura, atraer capitales frescos que impulsen la productividad para sostener altos niveles de crecimiento del mediano al largo plazo.
Definitivamente, con políticas económicas acertadas, ambiciosas, realistas, posibles, aterrizadas, que respondan a las propias realidades y necesidades del país, una economía de mercado con reglas claras, un sistema judicial confiable, un régimen impositivo sensato, confianza en los contratos y una nueva institucionalidad política democrática que dé garantías a los inversionistas, nos permitirá avanzar en ruta a convertirnos en un país próspero, destruir pobreza y generar una importante y potente clase media que ojalá llegue a ser la mayoría de los colombianos.
*Profesional en Administración y Finanzas. Especializado en Auditoría Integral. Formulación, Evaluación y Gerencia de Proyectos de Desarrollo