Por: Red de Expertos de Red Verde
“Cualquier esfuerzo de adaptación y resiliencia frente al cambio climático debe basarse en la comprensión de los pueblos indígenas”..
Juana Hofman Abogada, magíster en Ordenamiento Territorial y Doctora en Geografía. Directora integración territorial técnica en Amazon Conservation Team
La COP-16 puede ser una distracción para la agenda ambiental o una oportunidad para posicionar temas clave. Uno de esos es el reconocimiento de los sistemas de conocimiento indígena y la importancia de las comunidades locales en la conservación de la biodiversidad, con respeto a su autonomía.
Desde Amazon Conservation Team, tenemos dos objetivos en este espacio: resaltar los derechos de los Pueblos Indígenas en Aislamiento (PIA) y promover la discusión sobre derechos territoriales desde un enfoque de conservación basado en derechos. Buscamos incluir a los PIA en la agenda oficial de la COP-16 a través del Grupo de Trabajo Internacional para su Protección.
Los PIA, que evitan el contacto con la sociedad mayoritaria, habitan en la Amazonía y el Gran Chaco Paraguayo, manteniendo altos niveles de biodiversidad. Su manejo territorial es crucial para la salud de los ecosistemas y la garantía de sus derechos.
A pesar de los avances en su protección, se ha explorado poco un enfoque biocultural que reconozca su papel en la conservación y la lucha contra la pérdida de biodiversidad. Por ello, el GTI-PIACI, que agrupa a 21 organizaciones, propone abrir un espacio de discusión en la COP-16 para reconocer la existencia y protección de estos pueblos como esenciales para salvaguardar la biodiversidad.
Nuestra segunda estrategia se centra en la meta 30X30, que busca una planificación espacial participativa que respete los derechos de los Pueblos Indígenas y comunidades locales. Proponemos liderar la discusión sobre el reconocimiento de sus territorios como formas efectivas de manejo para la conservación de la biodiversidad. Actualmente, esta discusión se limita a las Otras Medidas Efectivas de Conservación (Omec), sin considerar el rol de los territorios indígenas ni fortalecer la gobernanza autónoma.
Cualquier esfuerzo de adaptación y resiliencia frente al cambio climático debe basarse en la comprensión de los Pueblos Indígenas sobre este fenómeno en contextos bioculturales como la Amazonía. Es esencial articular la salud territorial y la de los bosques, ya que ambas son fundamentales para el bienestar de estas comunidades.
La Amazonía será central
“El primer resultado esperado es lograr una agenda común entre los países de la Amazonía”.
Andrés Santiago Arroyave. Politólogo y magíster en Medio Ambiente y Desarrollo de la Universidad Nacional y máster en Gobierno y Gestión Pública en América Latina de la Universidad Pompeu Fabra.
La COP es el evento ambiental más importante de los últimos veinte años. El desafío que tiene el gobierno es que el evento deje resultados positivos para el país. Esto incluye que se logren materializar, implementar y promover los cambios que el país necesita para responder a sus problemáticas ambientales a partir de la COP. Que se concreten los simbolismos, mensajes y buenas intenciones. El gobierno ha tenido mucho de eso en su discurso ambiental: buenas voluntades, pero de poca materialización.
Quizá el primer resultado esperado al ser la COP de biodiversidad es lograr una agenda común entre los países de la Amazonía para definir un plan para atender los grandes problemas de la Amazonía en materia de deforestación, minería ilegal, explotación maderera ilegal y ampliación de la frontera agropecuaria ilegal en la Amazonía brasilera, la colombiana, la peruana y la venezolana, que es quizás donde más problemática hay.
El Segundo, empezar a destinar recursos para reforestar todas las miles de hectáreas que cada año se pierden en la Amazonía y recuperar de esta forma el ecosistema. Y tercero, desarrollar líneas de trabajo y de investigación que fortalezcan, para el caso colombiano el Sinchi y el Instituto Corpoamazonía, que permitan desarrollar el tema científico frente al conocimiento de la riqueza en materia de fauna que tiene la Amazonía.
Por último, es importante crear una agenda y un fondo multilateral que destinen recursos para proteger ecosistemas clave, no solo en la Amazonía, sino también en el Chocó biogeográfico de Colombia, que es el segundo más biodiverso del mundo y enfrenta problemas similares. Esta región necesita presupuestos y colaboración efectiva.
Que los países se comprometan en el contexto de la COP a proteger la biodiversidad y alcanzar la carbono-neutralidad, implica revisar procesos de pesca y explotación animal, así como establecer legislaciones y controles para especies en riesgo de extinción. Estos son los retos que definirán el éxito de la cumbre; de lo contrario, será otra COP con mucho simbolismo y poco impacto real.
“La COP debe ser el espacio para pasar de las palabras a los hechos e impulsar la bioeconomía”.
Julie Hernández. Cofundadora y directora Ejecutiva de Amazonía Emprende. Experta en financiamiento de la biodiversidad. Profesional en Gobierno y Relaciones Internacionales, Administración de Empresas y Finanzas con maestría en Gerencia y Práctica del Desarrollo.
Según un estudio del Paulson Institute de 2021, se estima que a nivel global se invierten entre 120 y 140 mil millones de dólares anuales en la conservación de la biodiversidad. Sin embargo, para revertir su declive antes de 2030, se requieren 700 mil millones de dólares adicionales cada año, lo que representa un gran desafío en la gestión de recursos y la financiación climática.
En el contexto de la Amazonía, el interés por invertir en la restauración de la biodiversidad ha aumentado desde la COP de Glasgow en 2021. Ejemplos de inversión incluyen el fondo Amazonía Siempre del BID, con aproximadamente 300 millones de dólares, así como programas de cooperación internacional de Usaid y el programa Tefos II del Reino Unido. Sin embargo, estos recursos son insuficientes ante la magnitud del reto. En Caquetá, donde se han deforestado 3,1 millones de hectáreas, el costo promedio de restaurar una hectárea es de 6.000 USD, lo que implicaría cerca de 19 mil millones de dólares solo para esta región.
Los fondos que llegan a la Amazonía, tanto del sector público como de la cooperación internacional, permiten desarrollar proyectos piloto y crear condiciones que favorezcan la bioeconomía como opción real de ingresos. La COP debería servir como plataforma para mostrar al sector privado cómo estos pilotos pueden escalarse en un marco de mercado y rentabilidad, a través de iniciativas como proyectos de carbono, biodiversidad, Obras por Impuestos y cadenas de valor.
Negocios verdes, como la producción de viveros, la restauración de ecosistemas, la recolección y venta de semillas nativas, y el aprovechamiento de productos forestales no maderables, tienen un gran potencial para proteger los bosques y combatir la deforestación. Estos sectores son intensivos en mano de obra, lo que permite involucrar a las comunidades locales y generar incentivos para que las familias combinen la ganadería extensiva con emprendimientos que conserven y restauren el bosque.
Un estudio en Brasil indica que por cada hectárea restaurada activamente se generan 0,42 empleos directos y 0,76 empleos indirectos. Si consideramos la restauración de 3,1 millones de hectáreas en Caquetá, se podrían crear aproximadamente 1.470.000 empleos directos y 2.660.000 empleos indirectos, superando así la población total de la Amazonía colombiana, que es de aproximadamente 1,1 millones de personas.
La COP debe ser el espacio para pasar de las palabras a los hechos y para impulsar la bioeconomía, un tema recurrente en informes, pero que aún necesita materializarse en la práctica.
*Red de Expertos de Red Verde
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