Por: José Manuel Herrera Villa*

Entre nosotros se han acentuado ostensiblemente las tendencias negativas en materia de crecimiento, inversión, empleo, desigualdad y sostenibilidad ambiental, agravado lo cual por la triple emergencia sanitaria, económica y social que seguimos padeciendo con efectos realmente lamentables en nuestras sociedades, particularmente las mayormente marginadas. Han aumentado desocupación, pobreza, miseria, hambre, desnutrición, productividad, competitividad, inequidad y desigualdad, entre otras calamidades económicas y sociales.

A pesar de algunas reactivaciones graduales, es evidente que mientras se mantenga la incertidumbre sobre la intensidad y duración de esta grave crisis, economías y sociedades seguirán con cierres y paralizaciones intermitentes. Los avances de la vacunación presentan, a pesar de los grandes esfuerzos gubernamentales y privados, un ritmo insuficiente y reflejan grandes desigualdades entre los municipios y departamentos según su nivel de desarrollo económico y social, lo que demuestra la necesidad de avanzar en las bondades de la integración.

Las dificultades permanecen, surgen coyunturas en gran parte y medida determinantes que multiplican los efectos de la emergencia y otros agravados que ya estaban presentes en nuestros contextos territoriales como parte de nuestras realidades y necesidades por solucionar; de ahí que las medidas a implementarse deban acompañarse con acciones decididas para corregir cursos de acción insostenibles como los seguidos hasta hoy.

Temas todos que se colocan en el centro de las reflexiones que debemos hacernos, toda vez que se impone analizar a fondo las tendencias en curso en las economías y sociedades. Estudiar en detalle los efectos en su conjunto y poner de relieve sus repercusiones económicas, sociales y ambientales, lo que indica la necesidad de proponer juiciosas estrategias para la acción, a fin de generar un gran impulso para la sostenibilidad en articulación con los elementos centrales de la Agenda 2030 y sus 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible.

Es aplicar estrategias realistas, que apoyarse deben en los avances y reconocer los problemas de la implementación de la Agenda en comento, más por cuanto hay que decir con preocupación que las tendencias que indicaban que la integralidad de la Agenda estaba en riesgo, están potenciadas con la crisis y más de dos tercios de las metas serán inalcanzables si se cambia sustancialmente el modelo de desarrollo.

Frente a esta realidad, deben aumentarse los esfuerzos y orientarlos a fortalecer la institucionalidad para la implementación de la Agenda. Al mismo tiempo, encarar un profundo proceso de reforma que potencia el trabajo entre organismos, fondos y programas para responder con más eficacia y flexibilidad a las demandas territoriales.

Para llevar a cabo tan difíciles tareas pendientes, en las que deben participar gobiernos, sociedad civil, sector privado y demás partes interesadas, deber es acelerar acciones para subsanar las deficiencias sistémicas en las implementaciones pertinentes. El objetivo es priorizar a los más pobres y vulnerables para no dejar a nadie atrás, lo que requiere de la solidaridad nación al e internacional, seguir avanzando en la integración regional, movilizar recursos para financiar los ODS, mejores implementaciones locales, fortalecimiento de las instituciones, la resolución de problemas mediante la cooperación internacional y el aprovechamiento de la ciencia y la tecnología; a efecto de evitar volver a recorrer los caminos que nos han llevado a sufrir efectos devastadores, que se han prolongado y dificultan los avances hacia una rápida recuperación y un superior desarrollo sostenible.

 jomahevi@gmail.com 

*Profesional en Administración y Finanzas. Especializado en Auditoría Integral.

 Formulación y Evaluación de Proyectos de Desarrollo  

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