Periódico el Derecho
La cultura comunitaria debe involucrar como elementos esenciales a la participación ciudadana y la justicia social desde el arte y la cultura, en la verdad que une a diversos agentes que se dedican a la producción y mediación artística y cultural desde la sociedad civil y dar pie para la creación de una red de entidades y agentes de cultura comunitaria en contexto de convivencia e integración social.
De una u otra manera , es casi seguro que todos y cada uno de nosotros en algún momento de nuestras vidas hemos estado vinculados a formas de cultura comunitaria en teatro, conciertos, festivales, danza, recitales, lecturas y creaciones colectivas, talleres, conversatorios, seminarios charlas o conferencias, tanto al aire libre como en espacios públicos, cerrados y demás otros, aun no siendo conscientes de que ese es su nombre, cultura comunitaria, de la que podemos decir es cualquier práctica artística que, en un mismo proyecto o actividad, involucra a agentes y comunidades en procesos creativos de carácter colaborativo y transformador.
Esta prácticas, tradiciones, procesos, creaciones y transformaciones vivas, conciben la creación, mediación y participación artística como parte de las comunidades en las que se inscriben. La cultura comunitaria incluye un amplio abanico de prácticas, modelos, iniciativas y formas de trabajo desde un enfoque multidisciplinario, hibridación y experimentación lo que dificulta su inclusión en las políticas culturales clásicas (y esfuerzos de documentación y sistematización) que ordenan las prácticas artísticas por disciplinas y sectores.
De ahí que se haga extraño que la cultura comunitaria haya estado tan ausente del imaginario de la mayoría de la ciudadanía entre nosotros, mientras que cuenta con un extenso acervo en distintos del mundo, donde es un todo vital de impulso y ayuda mutua que se mantiene con potente energía solidaria e impulsa entidades y agentes que se dedican a la producción y mediación artística y cultural desde la sociedad civil hasta el punto de hacer necesario la constitución de redes de entidades y agentes de cultura comunitaria, iniciativa que debemos poner en práctica entre nosotros, en la seguridad de crecer en beneficio colectivo en las más de las derivaciones que de ellas se desprenderían y de hecho surgen en unidad, hermandad y contexto de articulaciones que se soportan y facilitan por las necesidades compartidas, las dinámicas de trabajo abiertas y horizontales y el hecho de tener tareas urgentes por acometer tales como llevar a cabo un primer acercamiento y un diagnóstico de la cultura comunitaria en el territorio, más cuándo bien sabemos que carecen de medidas de protección social y laboral los profesionales del arte y la cultura, y sin embargo cultura y arte siguen emergiendo desde las propias comunidades, a menudo facilitadas por tecnologías de acceso abierto, para recordarnos de nuestro propio poder transformador y resiliencia.
Impone lo cual, que hay que mantener viva la cultura comunitaria desde lo micro a lo robusto, así como a lo largo y ancho de nuestra geografía, además de ahondar en lo híbrido y experimental, para romper así la idea de la dependencia exclusiva de lo público al demostrar que se está en capacidad de generar recursos para mantenerse, aunque las alianzas con las administraciones públicas son esenciales para asegurar los derechos culturales, así como una cultura crítica y de calidad. Una cultura que sea punta de lanza de innovación al combinar de forma accesible distintas áreas de acción que conectan con otros movimientos ciudadanos, cada vez más en pie por una manera de estar en el mundo que nos agota como individuos, sociedades y planeta. Una cultura incluida como demanda ciudadana, fuertemente conectada con otros avances ciudadanos y con iniciativas transformadoras en los órdenes nacional e internacional.
Cultura y comunidad encuentran en la Economía Social y Solidaria la mejor manera de consolidar una actividad económica para asegurar la sostenibilidad de sus actividades y las personas que lo hacen posible, lo que invita a seguir intercambiando aprendizajes y poner en común, las bases de hojas de ruta para los próximos años que combine la acción y el soñar colectivo, armonizándose, entrelazándose y articulándose con otras personas, colectivos, entidades e instituciones para poner a la cultura comunitaria en el escenario de las transiciones lideradas por la ciudadanía para el bien común./IVA