lisbeth barraza escorcia

Por: Lisbeth Paola Barraza Escorcia*

La explotación infantil es un término que incluye desde el trabajo forzado hasta la explotación sexual, el reclutamiento de niños soldados o la esclavitud doméstica. Hoy en el mundo hay cerca de 100 millones de niños víctimas de alguna forma de explotación infantil, por lo que tratar a los niños como niños es deber de todos, amén de creerles, protegerlos, respetar sus derecho, darles seguridad, propugnar porque en las escuelas se les informe sobre prevención, detección y denuncia del abuso infantil, así como de sus derechos humanos.

Los infantes definitivamente deben ser escuchados y percibidos como tales y no esperar que reaccionen como adultos. Tener en mente lo que son y entender que aún no tienen la experiencia para reaccionar como una persona mayor, así como importante ha de ser que se converse de manera constante con sus padres, quienes igual deben comprender que son niños y seres con plenos derechos humanos que hay que proteger y respetar.

Interesa, además de importar, el diálogo constante sobre temas de seguridad infantil y su percepción como sujetos de derechos, ya que la educación a través de la comunicación es fundamental para que conozcan de los riesgos, cómo cuidarse y a quién acudir, lo mismo que concientizarnos que debemos respetar y garantizar el pleno ejercicio de sus derechos. Las cifras de abuso entre nosotros son aterradoras. Muchos de ellos son violentados, abusados y en muchos caos corrompidos.

La explotación sexual infantil debe obligarnos a recapacitar a todos, incluyendo gobierno y sociedad civil, sobre lo que estamos haciendo y lo que nos falta por hacer. No podremos avanzar jamás ni nunca como sociedad, sino no protegemos a la niñez con todas nuestras fuerzas y recursos; por lo que necesarias son recomendaciones tales como que se converse con los padres respecto de prevenir cualquier tipo de violencia; créeles siempre. Cuando un niño se llena de valor y se atreve a denunciar; hablar con ellos, más cuando nos dicen que están dispuestos a dialogar, lo que debe hacerse de manera sencilla y de acuerdo con su edad; enséñales a decir no , estableciendo con ellos qué partes de su cuerpo son privadas y que, ante cualquier situación que los haga sentir incómodos, tienen todo el derecho a decir que no y que serán respaldados; nunca dejarlos sin supervisión y recordar que en siete de cada diez casos los agresores son parientes o personas cercanas; y, enséñales los riesgos, principalmente, con desconocidos, en Internet y redes sociales.

El cuidado de los niños no puede descuidarse, sino ponerlo siempre manos a la obra, en la verdad que con ello les estaremos brindando un futuro sano, alegre y seguro.

*Lideresa Social Comunitaria. Conferencista. Tallerista. Columnista

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