Por: Saúl Alfonso Herrera Henríquez*
Funesto sin duda esto de la corrupción, más cuando la sabemos en desbordado crecimiento en el escenario nacional que genera toda una serie de desfaces y ahonda la crisis que venimos padeciendo en mares de adversidad, definiendo el desarrollo y dando lugar a distintas iniciativas, foros, simposios, conferencias y congresos sobre el tema, lo mismo que abrir espacios, dada su gravedad, para su discusión en eventos no exclusivos a esta problemática donde normalmente se tratan temáticas de índole diferente.
Importante discutir a fondo esta problemática, creadora como ninguna otra de consecuencias funestas en la administración pública, que amerita una estrategia para combatirla consistente en la reducción de reglamentos (desregulación), mayor privatización, menor intervención del gobierno, aumento de responsabilidad de funcionarios públicos, así como flujo libre de la información; reconocerle su carácter múltiple; llevar a cabo en manera permanente un debate público tendiente a establecer prioridades para ejecutar reformas que permitan lograr la transparencia y rendición de cuentas oficiales; controlar las funciones gubernamentales; facilitar el acceso del público a la información para realizar escrutinios, valoraciones o auditorías externas; establecer normas de conflicto de intereses para empleados públicos; desarrollar medidas contra el enriquecimiento ilícito; así como articular sanciones en contra del soborno en transacciones financieras o comerciales realizadas por el sector empresarial.
Interesan de igual manera, medidas que sobre este especial particular reformen el sector público, se realicen esfuerzos que tengan el efecto deseado de que exista una verdadera voluntad política; lo mismo que exista un amplio y permanente compromiso de la sociedad civil para mantener viva la voluntad política; igualmente sea efectiva y suficiente la capacidad institucional para dar expresión real y aplicar efectivamente esa voluntad política; de igual forma, que exista transparencia pública y libre flujo de informaciones; un entorno social de normas y valores que favorezca las medidas anticorrupción; la decisión para adoptar medidas y prácticas tendientes a su combate y erradicación; así como la existencia de esfuerzos de cooperación para enfrentarla junto a las prácticas corruptas que se desarrollan en todos los contextos posibles.
Interesante sobremanera en todo caso reconocer la importancia de generar conciencia entre la sociedad civil sobre la existencia y gravedad de la corrupción, la necesidad de fortalecer su participación en la prevención y la lucha contra esta problemática, así como las ventajas de estrechar la cooperación y la actualización de leyes, a efecto de clasificar n mejor forma como delitos los actos todos de corrupción.
La corrupción sabemos, es un es un todo viciado que debe ser desmontado desde el interior de las instituciones renovando con nuevos valores la cultura política de la sociedad, más cuando la opinión pública ha mostrado su decepción ante los resultados de la lucha contra la corrupción y denuncia la falta de acción previa por parte del gobierno para abordar este problema que genera desconfianza en la ciudadanía, que se siente huérfana en su combate, lo que obliga a los ciudadanos a unirse en su lucha y velar por que se castigue ejemplarmente a los involucrados en tramas de corrupción, independientemente de su afiliación política.
Es esta una lucha que debe continuar y el gobierno demostrar un mayor compromiso y dedicación en este tema, en el que la ciudadanía y comunidad en general tienen también un papel clave en su denuncia y en la promoción permanente de debates sobre tan crucial y nefasta problemática.. saulherrera.h@gmail.com
*Abogado. Especializado en Gestión Pública. Derecho Administrativo y Contractual. Magister en Derecho Público