Por: Rafael Robles Solano*
Con este llamativo e inquisidor titular, aprovecho para captar la atención con estas reflexiones que de una u otra manera, terminaran afectando nuestras relaciones sociales y económicas como una nación en vías de desarrollo, o mejor, seria decir, tercer mundista. Pero resulta que ante las contingencias que actualmente padecemos con ocasión del beligerante gobierno de Petro, quien enfrenta una férrea oposición de las extremas derechas, empeñadas en impedir que sus diferentes reformas sociales, se transformen en un proyecto de país exitoso, y que como pretende, convierta a Colombia en un Estado con mejores condiciones de igualdades sociales, productivas y se apacigüen nuestros violentos conflictos rurales, entonces me permito traer a colación algunos planteamientos expuestos hace más de tres años, por MAURO GUILLEN, profesor de la escuela de negocios Wharton (Pensilvania, EEUU) y decano de la Cambridge Judge Business School (Reino Unido), quien certera o crudamente analiza y diagnostica no solo el estancamiento de las economías de países desarrollados, como EEUU, Europa y Japón, concluyendo entre otras muchas cosas, que ”los políticos no tienen incentivos para adoptarlas y no están dispuestos a aportar soluciones serias” y de fondo, limitándose a brindar respuestas populistas, o como las conocemos mejor, mediante paños de aguas tibias, por cuanto prefieren estar más pendientes de sus intereses en las próximas elecciones. En consecuencia, tanto allá como acá, se enfrentan los problemas del siglo actual, proponiendo remedios del siglo pasado, como acontece con las tímidas soluciones dispuestas para contribuir a la recuperación del medio ambiente global.
MAURO GUILLEN, plantea interrogantes tales como: Decir que el futuro está a la vuelta de esquina es quedarse corto. ¿Somos suficientemente conscientes de estos cambios o la inmediatez nos impide mirar más allá de lo que tenemos delante?
Y expone como respuestas que: “Los ensayos de prospectivas económicas son casi un género en sí mismo. Se trata, en muchos casos, de tratados de futurología en los que la probabilidad cuanto menos remota. Otros, sin embargo, tienen unas expectativas más ancladas a la realidad y no a probabilidades lejanas. Ese es el caso de 2030: viajando hacia el fin del mundo tal y como lo conocemos (Deusto), trata de demostrar que no solo de previsiones rompedoras vive el economista y que es posible trazar una proyección creíble a 10 años vista. Para entonces, dice, habrá más abuelos que nietos, más robots industriales que obreros tradicionales, más ordenadores que cerebros humanos, más sensores que ojos orgánicos y más divisas que Estados.” Y continua sus reflexiones introduciendo el concepto de las demografías, para sostener que lo están cambiando todo y cita como ejemplos comparativos los siguientes casos advirtiendo que: “… la situación no es la misma en todas partes: hay países que están tomando medidas y otros que, como no hicieron ciertas promesas, tampoco se enfrentan a una situación tan grave. Y es muy distinto afrontar estos problemas cuando tu economía crece al 6%, como en Asia, que cuando tu economía está estancada, como en Japón o en Europa. Y cita el caso de China como paradójico porque ha pasado de ser el país que más contribuía al crecimiento de la población mundial, a ser el que está viviendo el proceso de envejecimiento de la población más acelerado.
En esta década, la generación más numerosa será la de los mayores de 60 años. Pero las empresas siguen mirando a la juventud como objetivo de sus campañas publicitarias. Es un gran error. Las marcas están posicionadas en el mercado para atraer a personas de 20, 30 o, como mucho, 40 años. No se dan cuenta del vuelco que está dando la población. Los números no engañan: en Japón, en Europa y en EE. UU. ese grupo va a ser el mayor segmento de mercado. Estamos hablando de entre el 35% y 40% de la población, con mucha riqueza y poder adquisitivo. Es un cambio enorme: nunca hemos tenido esa estructura de consumo por grupos de edad. Pero lamentablemente como seres humanos, a veces no somos racionales: nos dejamos llevar por los prejuicios. Y cuando tienes movimientos políticos que explotan esos prejuicios en un momento de estancamiento de la clase media, el resultado es el cóctel explosivo que tenemos.”
Cualquier parecido con la enorme polarización que por estos tiempos vivimos en Colombia, debería llevarnos a considerar el deponer las confrontaciones y procurar unirnos en un pacto nacional, para poder avanzar hacia un futuro mejor.
*Secretario Ejecutivo LIDERESOCIAL. rafaelrobles12@hotmail.com