Por Carlos Villota Santacruz
Internacionalista, experto en marketing político. Comunicador Social y escritor
Twitter @villocol
En más de cuatro décadas de servicio público Carlos Holmes Trujillo se enfrentó a la página en blanco. Pará este vallecaucano –oriundo del municipio de Cartago- era una oportunidad de escribir con diplomacia, con un alto sentido histórico. Siempre en su mente, estaba la posibilidad de innovar y salir del molde. Además, le acompañaba el poder de la palabra que la convirtió en una herramienta política como Alcalde de Cali, Constituyente, Embajador, Ministro del Interior, Ministro de Relaciones Exteriores y de Defensa.
En último diálogo que sostuve con él, en la carrera 7 de Bogotá, le pregunté como veía a Colombia –antes de la llegada de la pandemia en el mes de marzo de 2020- reconoció que el país avanza con las dificultades normales del tiempo en el que estaba inmerso. Le preocupaba que dentro y fuera del Congreso –en redes sociales- se estaba perdiendo el debate político inteligente. Es inconveniente para nuestra sociedad, que este escenario se pierda.
Los integrantes de la bancada del Centro Democrático y el del Partido Liberal –donde militó por muchos años- guardan anécdotas y aprendizajes. Desde su primera aparición en la viva local hasta la última en la ciudad de Santa Marta, donde comenzó a sentir el malestar provocado por el Covid-19, que derivó en su traslado a una clínica en la ciudad de Barranquilla y posteriormente al Hospital Militar de la ciudad de Bogotá, donde falleció en la madrugada del 26 de enero de 2021.
Siempre fue un actor de primera línea con capacidad de construir espacios que enriquecieron a todos. Así lo reconoció en horas posteriores el presidente de la República Iván Duque, la Vicepresidenta Martha Lucía Ramírez, el ex presidente Alvaro Uribe Veléz y senadores de las distintas bancadas con asiento en el Congreso. Una reacción en cadena de la dirigencia política, que además trascendió fronteras, gracias a su trabajo diplomático en varias Embajadas en representación de Colombia, donde hizo gestión, pero a la vez hizo amigos desde Washington, pasado por Buenos Aires, Madrid o París.
En ese último encuentro en el corazón de Bogotá –carrera 7 con Avenida Jiménez- a pocas cuadras del Congreso dejó ver su reflexión sobre un tema que sigue siendo controversial y que hoy, con la llegada de Joe Biden a la presidencia de los Estados Unidos cobra vigencia. La paz. “Es muy dañino para Colombia que todas las controversias giren en torno a los amigos y enemigos de la paz. Esa tendencia –sostuvo- está permeando el debate político.
A lo largo de su carrera pública –a la que solo le faltó llegar a la Jefatura del Estado- estuvo en las dos orillas; en la oposición y en el Gobierno. De hecho, terminó su vida acompañando a Alcaldes y Gobernadores en la puesta en marcha de los Puestos de Mando Unificado, en el marco de la emergencia sanitaria. Que paradójicamente, termino como paciente en un centro hospitalario. Finalmente, le arrebató la vida.
Fue un crítico de la administración del ex presidente Juan Manuel Santos en materia de política interna y externa. En este terreno –por ejemplo- le parecía desacertado el apoyo de ese Gobierno al régimen de Nicolás Maduro y de Hugo Chávez en Venezuela a las conversaciones en La Habana. En su pensamiento, esa acción de política exterior no era la adecuada. “De lo que se traba era de defender la democracia amenazada”.
Hasta el último instante de su vida fue un abanderado de la institucionalidad. Se apartó siempre de lo que se eleva en el contexto nacional e internacional como antidemocracia “El cambio en Venezuela hacia la democracia, le conviene a Colombia, porque el régimen de Maduro y de Chávez le abrió la puerta a las organizaciones terroristas para que operaran desde allá, porque ese régimen se robó inversiones legítimas de varias empresas colombianas y porque el mal manejo de la economía ha dado lugar a un flujo migratorio sin precedentes. Para el Gobierno del presidente Iván Duque es un desafió gigantesco”.
Y aunque, en el instante del diálogo en la calle con Carlos Holmes Trujillo, apenas se asomaba en el horizonte la campaña presidencial en Estados Unidos, que con el paso del tiempo, terminó enfrentando a un mandatario que buscaba la relección como Donald Trump y el Demócrata Joe Biden –quién al final ganó- le pregunté a cerca de ¿cuál era su lectura de las relaciones diplomáticas entre Colombia y Estados Unidos? Tomando un poco de agua, manifestó: “la relación con Estados Unidos es magnífica. Una relación diplomática y comercial muy rica, es heterogénea, llena de temas importantes para los dos países. Tenemos un acuerdo comercial que funciona”
Este era el pensamiento y la voz de Carlos Holmes Trujillo. Un hombre que además de servidor público fue padre, abuelo, hijo y tío. Se fue el ciudadano que mejor comunicaba la gestión de Gobierno del presidente Iván Duque. Logró edificar un respeto personal y profesional, que varias generaciones se lo agradecen hoy, en su última morada en el Cantón Norte de la Escuela Militar. Este ciudadano del municipio de Cartago llegó haciendo ruido en la política colombiana. Y se fue a paso firme en su encuentro con Dios. Ahora, solo resta una oración por su eterno descanso. En palabras del presidente Iván Duque. Gracias amigo. Gracias Ministro.