JOSÉ MANUEL HERRERA BRITO

Por: José Manuel Herrera Brito

Serán en octubre del presente año las elecciones a Juntas Administradoras Locales, Concejos, Alcaldías, Asambleas y Gobernaciones, que llevarán a sus cargos a ediles, concejales, alcaldes, diputados y gobernadores en todo el territorio patrio. Ojalá transcurran estos meses sin absurdos fanatismos, más sí desde las validas propuestas y la argumentación, que miren la posibilidad y probabilidad de conseguir para sus unidades territoriales y pobladores las reivindicaciones requeridas ajustadas a las propias realidades y necesidades de sus entornos y soportadas en las demandas de la comunidad, proceso en el que ojalá se abstengan muchos de su tentación de participar, sobre todos aquellos que a sabiendas no cuentan con los requisitos mínimos para hacerlo, lo que de una u otra manera perjudica la democracia y no ayuda a su profundización ni a su fortalecimiento, lo que es sin duda una pena.

Requerimos para el país candidatos en todas y cada una de dichas instancias que se entreguen con denuedo a la tarea de presentar a sus conciudadanos, soportados en su ser, saber, hacer y quehacer. En su conocimiento de la cosa pública. Que veamos en contexto de política cierta, solidas definiciones y el querer, desde las más altas miras, de luchar por los intereses superiores de la colectividad que no por los particulares o de grupos, que no sea este proceso electivo el de las solas negociaciones de intereses. No se trata de perorar ser poseedores de la verdad revelada, sino actuar con equilibrio, mostrar cómo vamos a avanzar, comprometer la validez de lo que se propone y promete. No más cantos de sirenas que llevan al desaliento y desgano de participar, como tampoco de pugnar por alcanzar el poder o alguna participación en él, justificándose con el anhelado progreso político que solo aseguran los candidatos en su apreciación pobre, mezquina y subjetiva.

Normalmente los candidatos en disputa, especialmente los de menor condición, los menos preparados, creen de verdad en su megalomanía y mitomanía, encarnar todo lo deseable por la población. Se consideran además y solamente ellos, la renovación, el cambio necesario, ni siquiera alguno de sus compañeros de candidatura, sino los únicos que podrían obrar el prodigio divino cual mesiánicos seres; y lo que es peor, soportan tales deseos con discursos banales, planos, reiterativos, ignaros y a veces cómicos con lo que no hacen más que mortificar al ciudadano informado y sensato. Es tal la torpeza con que actúan, que muchas veces manifiestan sin vergüenza alguna, ser producto de pactos nos santos, lo que refleja, de llegar a sus cargos, que las negociaciones para la formación de mayorías será un espejo de todo. menos de un ejercer debidamente la política en su noble esencia, además que negarán y ocultarán todo lo malo y peor con gran énfasis mientras tallan mentiras con alma y pasión de buenos escultores, al tiempo que se dedican y llevan a cabo trapisondas y componendas en claro menoscabo y detrimento ciudadano y comunitario.

Así las cosas, no habrá en consecuencia un mejor porvenir para nadie, solo para ellos y los suyos, las posibilidades y probabilidades de mejorar nulas serán, los compromisos electorales quedarán en la columna ignominiosa del debe, nada explicarán, se permitirán no hacerlo, pero sí justificarán su actuar con fabulosas mentiras, ignorando que la diferencia en las aristas de la geometría política, además de los hechos y calidad de gestión adelantada, son las verdades que los ciudadanos tarde o temprano sabrán.

Se trata de democracia, entender lo que nos jugamos, ser razonables, compartir los consensos, en la realidad y verdad que como mucho se dice, la salud del pueblo debe ser la ley suprema, consenso básico en una democracia y ello es lo que obligados estamos a consolidar, camino que requiere que se adelanten, en rutas significativas de progreso las obras necesarias y convenientes en beneficio colectivo. El pueblo primero. saramara7@gmail.com

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