JOSÉ MANUEL HERRERA VILLA- Profesional en Administración y Finanzas.

Por: José Manuel Herrera Villa*

Economía y ciencia deben ser aliados sin duda alguna, algo que los liberales siempre olvidan. Ortega y Gasset, reconoció hace más de un siglo que es siempre una de las inmediatas realidades y mayor problema de los pueblos vivir muy preocupados por la economía y demasiado poco preocupados por la ciencia. Otro hecho advertido es la errónea idea que el monopolio de la creación de nuevos conocimientos debía ser estatal, que el derecho a pensar y crear es del Estado, y que hay que prohibirlo en el ámbito privado. Idea fatalista esta de la superioridad del Estado que afecta toda la actividad económica y social.

Importante es seguir el camino de financiar la investigación académica, tanto en universidades públicas como privadas. El Estado subvencionar los gastos de insumos, equipos e infraestructura, y también los sueldos de los profesores, investigadores y becarios. aportes extras para los departamentos e institutos destinados a gastos incrementales que ocasionan las ejecuciones de los proyectos. Así, para poder subsistir, los departamentos e institutos se ven presionados a conseguir los mejores investigadores, creándose un círculo virtuoso de desarrollo. Un premio al mérito que aquí no existe y que deberíamos implantar.

De modo que es errónea la visión de nuestros liberales que la investigación académica debe autofinanciarse sin ayuda del Estado, lo que no ocurre en ningún lugar del planeta. El papel de la investigación académica en la enseñanza superior es la formación de recursos humanos altamente capacitados, que sean capaces de tener mentes competitivas y crear empresas competitivas. No existe economía moderna sin investigación académica. La ciencia y la economía interactúan y se retroalimentan positivamente, creando un círculo virtuoso. Que lleva a los países a alcanzar el desarrollo. La inversión en ciencia no produce realmente un aumento significativo del déficit y debe estar la par de las necesidades a este tenor.

Debemos estudiar cómo salir de lo negativo en materia inflacionaria, entender que ello se logra con recesión cero, emisión cero e inversión del PIB en ciencia, tecnología e innovación, pero definitivamente es bien difícil hacer entender a un liberal que la ciencia es clave para el desarrollo como hacerlos comprender que la inflación es un problema monetario y no se arregla con control de precios.

Los economistas que tienen la responsabilidad de tomar decisiones se quedan estancados en la economía neoclásica. Parecería que nunca leyeron a Solow y su teoría del crecimiento exógeno, donde postula que la tecnología es clave para el desarrollo. Y menos aún han leído a Paul Romer (Nobel de Economía 2018) y su teoría del crecimiento endógeno. En pocas palabras, Romer postuló que necesitamos recursos humanos altamente capacitados para poder crear “nuevas ideas y recetas”. Además, que es clave invertir en innovación (patentes) en época de equilibrio o auge económico y lograr la apertura a los mercados internacionales. Pero se debe hacer todo de manera equilibrada. Creer que con déficit cero, emisión cero y apertura indiscriminada solucionaremos el problema económico demuestra que no entendemos el fondo del problema. Esta es la misma fórmula liberal que ha fracasado siempre. Es que a la fórmula le falta una variable fundamental: una inversión adecuada en CTI del PBI.

¿Y por qué es así? Lo describió Joseph Alois Schumpeter en La Teoría del Desarrollo Económico. El capitalismo tiene ciclos económicos intrínsecos, de períodos variables, que son inevitables. Es consecuencia del equilibrio dinámico, no lineal, que caracteriza a la economía y a muchos fenómenos naturales (efecto mariposa). En los países que lograron desarrollarse, en época de auge o de equilibrio económico las empresas invierten en “nuevas ideas y recetas”, es decir, en innovación y en patentes. Cuando llega un nuevo período de recesión o depresión, que tarde o temprano llega, las empresas invierten en los nuevos productos desarrollados en época de auge y logran así salir de las recesiones o depresiones renovadas, altamente competitivas. Esta característica se denomina “destrucción creativa” de Schumpeter.

El problema con la apertura total de la economía en los países que invierten menos del umbral del desarrollo (se refleja en baja producción académica y pocas patentes), es que en lugar de tener “destrucción creativa” en épocas de crisis, tienen lo que podríamos denominar “destrucción entrópica”, porque es masiva e irreversible. No sólo no salimos renovados de las crisis, sino que nunca volvemos al nivel anterior. Con el crecimiento vegetativo de la población, nos volvemos cada vez más pobres. ¿Vamos camino a cometer el mismo error? Si tenemos una apertura total en todas las áreas, sin haber creado nuevos conocimientos, habremos cometido nuevamente el mismo error de siempre.

Tenemos la gran oportunidad de demostrar que el modelo liberal funciona, usando como nicho la ciencia. Teniendo en este ámbito recursos humanos altamente capacitados, no hay porque temerle a la apertura. Necesitamos una apertura total en el ámbito científico, con aranceles cero para importar o exportar, para que así la ciencia y las empresas de base científico-tecnológica den un salto cuantitativo de excepción.

Es hacer las cosas bien hechas. El gran problema de nuestro desarrollo es la falta de innovación en las empresas. Y eso no se logra fácilmente. Aquí nadie lo ha logrado, hasta ahora. La clave, en la opinión demostrada y calificada de expertos, es una apertura gradual a medida que se van formando recursos humanos altamente capacitados.

*Profesional en Administración y Finanzas. Especializado en Auditoría Integral. Formulación, Evaluación y Gerencia de Proyectos de Desarrollo. Columnista

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