Por: José Manuel Herrera Brito

Partió al arcano eterno un hermano del alma y de la vida. Armando Romero Molina. Hombre de demostradas bondad y nobleza, a quien antecedió en su viaje a lo ignoto hace tres años su adorada Ercilia Teresa Sinning, su amantísima esposa, mujer de excelsas calidades y cualidades humanas bebidas en su hogar paterno y trasladadas al suyo propio.

Acaba de fallecer en esencia una persona admirable, excelsa, buena este 8 de febrero, a los 63 años de edad, en su oficina de la Sociedad de Autores y Compositores de Colombia – SAYCO, en la que oficiaba como Director Societario, organización y dependencia donde desplegó una labor inmensa de orden humanitario por todos reconocida en beneficio de sus asociados como nunca antes se había visto en dicha entidad desde sus inicios. Fue sin duda una figura importante de nuestra música. Compositor de valía de grandes temas vallenatos, en los que destacan canciones que fueron llevadas a grabación entre otros, por: Diomedes Díaz (La hembra perfecta), Silvestre Dangong (Cuando llego en temple), Jorge Oñate (Se acabó el jueguito), Los Betos (Por ti es que canto), Peter Manjarres (Señora Pena), Fabián Corrales (Amañadora); Churo Díaz (Vente); Los muchachos del vallenato (Se te nota) y Guillermo Lara e Isaac Vásquez (Quise evitarlo y Me mata el dolor); así como otras traducidas por varios intérpretes, como fueron: Compadre. La mujer más linda. Siempre. La sombra de tu vida.

Compositor Armando Romero Molina. Fotografía: Sociedad de Autores y Compositores de Colombia.
Compositor Armando Romero Molina. Fotografía: Sociedad de Autores y Compositores de Colombia. http://sayco.org/

Tristeza hay en el mundo de la música. Enmudecidos quedamos muchos ante tan fatal hecho que la mayoría de las veces poco se comprende. No dábamos crédito a su fallecimiento repentino. Fue un tiempo de incredulidad convertido en negación. El dolor y el llanto nos atrapó con estupefacción, al tiempo que seguía apareciendo ese extraño momento en el que nos descubrimos realmente afectados.

Su música llenó espacios de vida que quedarán para siempre. No habrá ya más canciones suyas, pero nos entregó sueños y deseos. Supo transcribir pensamientos, sentimientos profundos, vivencias internas, comprensiones, expresiones, acuarelas que acompañaron sin duda momentos importantes de nuestras vidas, porque como dijera Leonard Bernstein, “La música puede dar nombre a lo innombrable y comunicar lo desconocido”. El dolor está presente, acudió rápidamente y por ello lo expresamos y sentimos. Jamás te irás de entre nosotros hermano querido. Permanecerás siempre. Seguirás en nuestros corazones.

Ha fallecido verdaderamente un referente importante para los compositores de Colombia. En la composición tuvo clara desde siempre su vocación. Realizó estudios académicos en la ciudad de Barranquilla – Atlántico, donde se graduó como economista. Aprendió a componer solo, escuchando música folclórica y nunca más paró, nada lo hizo sucumbir, siempre, en toda circunstancia, fue una presencia expresiva. Era evidente su grandeza. Su pasión por el folclor vallenato la reflejaba con pasión envidiable. Su legado es diciente, no solo por su obra musical, sino por su ser, hacer y quehacer como persona, esposo, padre, amigo integérrimo, profesional, servidor público que también lo fue y directivo, entre otros trasegares en su vida que llevó con verdadera dignidad.

Muchas de sus composiciones inspiradas en la vida misma, son un buen reflejo de su querer, de su ambición de vida, de lo folclórico, de lo universal, de lo simple y lo grandioso. Pero especialmente fue un defensor vociferante de los derechos de autor de los compositores colombianos, lo que convirtió en una de sus grandes causas y siendo figura sobresaliente de esa defensa.

Compositor Armando Romero Molina. Fotografía: Sociedad de Autores y Compositores de Colombia. http://sayco.org/

Su nombre y su obra estará siempre entre nosotros. Es y será lo cual un reconocimiento ganado por su hacer de vida y gran humanitarismo, que le valdrán honra y aplausos a través el tiempo. Grandioso su talento artístico, su profundo amor por su país, región Caribe y Urumita del alma en la bella e inmensa Guajira. Se crecía cuando en provecho de los demás colaborar y ayudar podía. Lo solidario estaba en él. Era parte de su ADN. En la tarea humanitaria se movía entero, vibraba. La entendía como una grande responsabilidad que tuviera que adelantar con urgencia, una urgencia maravillosa. Fue un hombre grande como la vida misma y tenía en SAYCO su propio Olimpo. saramara7@gmail.com

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