RUIZ FRUTOS JULIAN MARTIN

Por: Julián Martín Ruíz Frutos*

Cuán importante fuera que tuviésemos un territorio que conserve su democracia, y que de existir fisuras e imperfecciones en el mismo, se vayan enmendando gradualmente y vayamos construyendo una democracia de calidad cada vez mejor; lo mismo que la división de poderes se respete plenamente, lo que supone que no exista presión alguna sobre jueces, magistrados y ministros para orillarlos a dictar sus resoluciones, no con fundamento en la ley y con sustento en las pruebas, sino obedeciendo intereses ilegítimos. Así mismo, importa que inteligente sea siempre que los juzgadores sigan siendo elegidos por su trayectoria profesional, preparación, primera condición, independencia de criterio, honestidad, y no en eventos y concursos de popularidad que no garantizan bajo punto de vista alguno la idoneidad para desempeñar la delicadísima tarea de juzgar y defender los derechos humanos contra los atropellos de las autoridades.

Interesante que nuestros legisladores cumplan con su misión de legislar analizando a profundidad cada iniciativa, escuchando los argumentos en pro y en contra, y no sometiéndose a los designios o caprichos de los gobernantes; que los organismos electorales cuenten con los recursos suficientes para desempeñar sus funciones, y sus integrantes sean los más capaces, sin militancia partidaria, y no elegidos en las urnas, pues el árbitro no debe ser nunca el que decida la facción mayoritaria; que el amparo, lejos de menguar la fuerza protectora de los gobernados, aumente su eficacia como instrumento para defender los derechos humanos; que se respeten los Derechos Humanos de manera autónoma, enemigo de los abusos de poder sin importar el color político de la autoridad que los cometa.

Es gozar de una libertad de expresión que se ejerza en todos los medios, con los únicos límites que marca la Constitución, sin que en ningún caso quien la ejerza sea objeto de represalia alguna; además, que todos los asociados disfruten de un sistema de salud cuya atención sea de calidad y calidez, y proporcionada con prontitud; que nunca más mueran personas por falta de medicamentos. Que la educación pública básica se transforme profundamente; que deje de inyectarse odio, resentimiento y basura ideológica a niños y adolescentes, y que se vuelva a los libros de texto clásicos universales y de autores nacionales y los elaborados por expertos; que no haya escuelas sin agua o electricidad; que los alumnos reciban una educación avanzada, acorde con los avances científicos y tecnológicos, en la que no se descuiden los valores, la formación humanística y la visita siempre a los mejores autores de la literatura, que aprendan inglés y otras lenguas en lo posible y cuenten con tabletas digitales.

Debemos ser unidades administrativas en las que ya no estén muchas de sus comunidades sojuzgadas por el crimen organizado, en el que homicidios, desapariciones forzadas, secuestros, asaltos y extorsiones dejen de tener la altísima incidencia que tienen hoy. Ministerios públicos eficaces, ágiles, que logren poner a disposición de los jueces a un alto porcentaje de autores y partícipes de delitos graves, y ya no incurran en la infame práctica de las falsas acusaciones que tanto daño han causado a personas inocentes; que no haya una sola familia cuyos ingresos no alcancen para adquirir la canasta básica; que todos tengan una alimentación nutritiva y condiciones dignas de vida; que se tomen de inmediato las medidas indispensables para combatir la escasez de agua y la contaminación atmosférica, problemas complicados, pero no irresolubles; que nunca más se destruya una selva o un bosque en aras de una obra, ya que devastar esos hábitats por motivos económicos equivale a matar la esperanza para hacerse de unos trozos de leña.

Queremos unos entes territoriales en el que nuestros gobernantes no injurien a nadie por sus ideas, militancia política, postura crítica ante actos u omisiones del gobierno; que los gobernados no sean divididos desde el poder en pueblo bueno y malo; que desde el poder se escuche, no se humille; y, que nuestra bandera vuelva a izarse y ondee para todos sin excepción ninguna.

*Abogado. Especializado en Derecho laboral. Columnista

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