Por: Saúl Alfonso Herrera Henríquez*

Opciones válidas como el agroturismo, el turismo comunitario y la ruralidad, son alternativas sostenibles todas que causan impacto positivo en las comunidades rurales y economía en general, lo mismo que canales de progreso que debemos tener en cuenta camino a consolidaciones ciertas en la búsqueda y procura de integrales desarrollo y crecimiento, al generar, como demostrado está, empleabilidad y transferencia de conocimiento en las comunidades rurales y demás otras que en su entorno habitan. El agroturismo es una forma de turismo compuesto por actividades relacionadas con la explotación agropecuaria, donde los turistas que eligen el agroturismo disfrutarán del contacto directo con las tradiciones y el modo de vida rural, producción típica de la casa en la que se alojan y de sus procesos de transformación, así como las peculiaridades de su gastronomía; siendo un tipo de turismo que implica alternar el duro trabajo campesino con el descanso en el campo apartado del ajetreo de la ciudad. Es modalidad de turismo rural, dado que tiene lugar en dicho campos, montes y pueblos más o menos pequeños, en los que disfrutar de los paisajes, la naturaleza, la gastronomía, usos y costumbres del lugar; pero va más lejos, al tener lugar en alojamientos con una vinculación directa con tareas agrícolas o ganaderas de la zona, tales como el cuidado del ganado, la producción agrícola, el aprovechamiento de recursos de la zona, donde el visitante tiene la oportunidad de conocer y participar en las tareas que la familia que explota el alojamiento hace habitualmente.

El turismo comunitario involucra en actividades para entender la cultura de las poblaciones y es toda actividad turística solidaria que permite la participación activa de la comunidad desde una perspectiva intercultural, manejo adecuado del patrimonio natural y valoración del patrimonio cultural, basados en un principio de equidad en la distribución de los beneficios locales. Se protege la sostenibilidad de los territorios, y se busca dar a conocer aspectos culturales de las comunidades.

La ruralidad, conjunto de los fenómenos sociales que se desarrollan en un entorno rural que permiten construir identidad, abarcar fenómenos y sucesos que tienen lugar en zonas dedicadas a las tareas agropecuarias y vínculo que establece una comunidad con un espacio rural, es relación a través de la cual se produce la construcción de un sentido social entre las personas y el espacio rural que implica valoración del patrimonio y apropiación de carácter simbólico que tiene que ver con las representaciones que las personas construyen acerca de sí mismas, vecindad, tradiciones y actividades que realizan en dicho lugar, con lo que el ser humano construye símbolos y representaciones que aportan significado a sus recursos e historia. Es toma de conciencia que marca el modo de acción de los individuos que viven en una zona rural y les permite transformar su entorno. Sin la ruralidad, valorización de los recursos rurales e identidad de quienes en él habitan, el desarrollo sostenible no sería posible y menos probable; de ahí que más que nunca importe su valor, conseguir mantener tradiciones y costumbres de enclaves rurales para desarrollar iniciativas en ese aspecto.

Estas formas de turismo reducen la posibilidad que se impacte negativamente el medio ambiente. Afortunadamente estas alternativas van en crecimiento, ya que muchas personas han empezado a darle más importancia a conocer su propio país, antes que otros. Estas alternativas impactan positivamente los territorios donde se realizan, pues se genera empleabilidad y transferencia de conocimiento para que sean ellos mismos los encargados de dar a conocer sus tierras, al tiempo de ser actividades que hacen que las comunidades se acerquen al turista y recuperen con sano orgullo sus usos y costumbres.

*Saúl Alfonso Herrera Henríquez. saulherrera.h@gmail.com *Abogado. Especializado en Gestión Pública. Derecho Administrativo y Contractual